La superioridad tecnológica y militar de Israel se ha demostrado vulnerable. Centenares de terroristas de Hamas lograron saltar las vallas de seguridad desde Gaza, ocuparon varias poblaciones, asesinaron a 1.400 israelíes y se llevaron a más de 200 rehenes, que se encuentran cautivos en algún escondrijo de la franja.
Las imágenes de la matanza difundidas por el ejército israelí son repugnantes. Muestran un odio incomprensible hacia los judíos, que tienen todo el derecho a defenderse. El Gobierno Netanyahu declaró el estado de guerra y lleva más de dos semanas bombardeando Gaza sin parar, donde han causado hasta ahora más de 5.000 muertos.
Gaza es un infierno en el que más de dos millones de palestinos pagan las consecuencias de la desproporcionada reacción del Gobierno Netanyahu, que pretende eliminar a Hamas aunque tenga que destruir muchas viviendas y matar a palestinos, la mayoría de los cuales no son terroristas, como dijo Biden en su viaje relámpago a Tel Aviv. Las víctimas civiles son todas inocentes.
Tomàs Alcoverro sostenía ayer en este diario que Gaza es uno de esos lugares del mundo en que se llega llorando y se sale llorando. Cientos de miles de personas han huido del norte hacia ninguna parte y todos los que habitan encerrados en esa franja buscan alimentos, agua y medicamentos, que entran con cuentagotas por la frontera del sur, que Egipto solo abre selectivamente para que pasen los camiones cargados de ayudas humanitarias insuficientes. Israel tiene las llaves del resto de las puertas para entrar y salir de Gaza.
Estados Unidos y Europa se han puesto del lado de Israel para defenderse del terrorismo de Hamas. Biden, Scholz, Sunak y Macron han acudido personalmente a Jerusalén para mostrar su solidaridad con el pueblo judío tantas veces perseguido, expulsado y casi eliminado por los nazis hace ahora casi un siglo. Pedro Sánchez ha hablado por teléfono con Netanyahu para transmitirle el mismo mensaje, pero tiene más complicada una visita a Israel porque parte de su Gobierno, la ministra Belarra en concreto, ha pedido ni más ni menos que la suspensión de las relaciones diplomáticas con Israel por los bombardeos sistemáticos sobre Gaza.
El peaje de la investidura y de la legislatura será muy alto para un PSOE que cuenta solo con 121 escaños y que dependerá también de las exigencias de los dos partidos nacionalistas vascos y de las dos facciones del independentismo catalán. Las guerras de Ucrania y la de Israel contra Hamas no están entre sus prioridades. España, a pesar de coordinar la presidencia rotatoria de la Unión Europa, está en la orilla de las grandes decisiones europeas que protagonizan Alemania, Francia, el Reino Unido e Italia. Nuestros problemas internos no están en el núcleo de la agenda europea y solo constan como una nota a pie de página.
El hecho es que la guerra contra Hamas continua, en espera de que la anunciada invasión terrestre de Gaza se produzca con los riesgos que comporta para una escalada del conflicto y para la vida de muchos soldados israelíes y para los palestinos que habitan hacinados en la franja bajo una lluvia de bombas israelíes.
Hay muchas causas en el retraso de lo que tenía que ser una inminente invasión de Gaza. A los pocos días de las matanzas de israelíes, Netanhyahu consiguió el reclutamiento de 360.000 reservistas, la mayor movilización de la historia de Israel. Muchos de ellos han sido enviados a casa para no mantener en alerta permanente a tantos civiles convertidos en soldados. Está también la situación de los más de 200 rehenes de cuarenta nacionalidades retenidos por Hamas y que Israel quiere liberar.
Pero la gran preocupación de los políticos y militares israelíes es la advertencia de los aliados occidentales de que una ofensiva terrestre podría ser la chispa de una guerra regional de grandes dimensiones, con la participación de Hizbulah y los miles de milicianos que desde Líbano, y con el mando a distancia de Irán, podrían obligar a intervenir a la poderosa flota norteamericana.
La ocupación militar de Gaza sería un error estratégico de dimensiones desconocidas. Israel tiene derecho a defenderse, pero la desproporcionalidad de su respuesta aumentaría la inestabilidad del debilitado Gobierno Netanyahu y crearía protestas insoportables para los gobiernos de los países aliados de Israel. Y todo ello sin contar con los imprevistos imponderables de toda guerra.
Publicado en La Vanguardia el 25 de octubre de 2023
Llegeixo sempre amb interés els seus articles que admiro per la saviesa que destil.len a més de la forma raonada i documentada que ens aporten.
No obstant en els últims articles sobre la guerra a Israel penso que s’hi confón el desacord profund amb els atacs ordenats pel govern israelià amb una actitud antisemita.
No és només la Sra. Belarra qui està en profund desacord amb la resposta donada a l’atac de Hamas a persones israelites innocents el 7 d’octubre. Molts milers de catalans, espanyols i persones anònimes de tot el món estem d’acord amb el que ha dit el Secretari General de l’ONU sobre aquest tema.
Perquè Israel s’ha oposat tantes vegades a la creació dels 2 estats?
Esto es atroz, se ha de buscar la paz, Israel y Palestina no deberían lanzarse a la guerra, las imágenes son terribles. Es increible que no se permita la ayuda humanitaria sin restricciones para gente inocente que sufre. Creo que todo es muy cruento y que existe un odio alimentado durante mucho tiempo. Hay que rezar para cambiar sus corazones, solo con el perdón se alcanzará la paz. Cosa difícil con el «ojo por ojo y diente por diente» de la religión judía a la que respeto y que tiene muchos aciertos pero si se quedan con eso será imposible avanzar en la paz.
Los israelies y los arabes palestinos, son del mismo grupo racial humano e incluso el idioma es parecido.