Pedro Sánchez está mostrando una determinación y una audacia infrecuentes en la política. Tantas mesas para tratar con partidos tan diferentes y con agendas tan dispares pueden desembocar en un gran lío. Pero ha superado la investidura y encara la legislatura con la seguridad del ganador. Lo curioso es que su fuerza nace de la debilidad de sus 121 escaños y de la necesidad de sus heterogéneos socios de darle apoyo por temor a la incertidumbre de nuevas elecciones. El miedo también juega en política.
No sé si ha leído al filósofo Hölderlin, que tiene escrito que allí donde crece el peligro, crecen también las posibilidades de salvación. No hay obstáculo que se le resista ni contradicción que no supere. Ejerce el poder como el príncipe renacentista que inspiró a Maquiavelo.
Si los de Podemos de Pablo Iglesias se escinden de los de Sumar, se va a poner otra mesa porque los morados no van contra Sánchez sino contra Yolanda Díaz. Si Junqueras pide otra mesa para no ser menos que Puigdemont, pues se coloca otra mesa. Y si los nacionalistas vascos solicitan dos mesas, una para Bildu y otra para el PNV, pues dos mesas más. Y si se diera el caso de una mesa para debatir las corrientes dentro del PSOE, no habría ningún problema.
Si el objetivo es garantizar la convivencia y que las derechas no salten el muro que el mismo Sánchez levantó el día de su investidura, eso no dependerá del presidente sino de los imponderables que juegan siempre un gran papel en política.
Los imponderables son esas fuerzas vitales que fluyen bajo las aguas de toda sociedad, creativas, ignoradas por los partidos, las administraciones y sus funcionarios, que un día confluyen en sus intereses y votan para echar al que tiene el poder.
La fuga hacia delante de Pedro Sánchez es espectacular, quizás temeraria. Si sale bien, la historia se lo reconocerá. Pero si se estropea y pierde por el camino el discurso propio, forzado por tantos intereses contrapuestos de sus muchos socios, mayor será el fracaso. No solo para él sino para el PSOE, que es una pieza indispensable para el buen funcionamiento de la democracia española. La suerte del PSC y de Salvador Illa, para bien y para mal, está ligada a la de Sánchez. Las varias elecciones previstas para el 2024 serán el primer examen.
Publicado en La Vanguardia el 8 de diciembre de 2023
Jo sóc llicenciada en Filosofia i en el seu moment vaig tenir que llegir El Príncep de Maquiavel, Sr. Foix si diu que Sánchez s’assembla a ell ( el príncep ) anem fatal, crec que la gent en parla i no l’ha llegit pero Maquiavel deia que el Príncep deu escarmanentar al que se li oposi, penjant-lo en una plaça i obert pel mig per a que tot el poble tingui por i no es reveli. Si agafa el llibre i el llegieix ho veurà. Sé que des de alguna universitat a la carrera de Política es proposa com a lectura i com a exemple… no ho entenc, el príncep ha d’atemoritzar la gent? Bé, avui en dia em sembla que hi ha poc esperit crític i tot ens sembla bé si ho diu una autoritat clàssica o si el llibre està ben escrit encara que faci proposicions que parteixin de l’error o la immoralitat. La gent sol parlar-ne per lo que han sentit dir, sense contrastar o aprofundir o llegir per poder tenir un criteri propi.
Anna Maria jo també l´he llegit i es tal com dius.
El Princep es un malvat, nimes ni menys.
També es podrie calificar com amoral.
Mesas como trincheras.
No anem be.
Buen fin de semana
El que no fa avui el ésser humà es practicar la conversa.Conversar es entendra al altre i escoltar lo,encara que sigui de diferent opinió respectant el diàleg obert sensa extremismas