Se van a cumplir dos años de guerra en Ucrania. No hay cifras oficiales, pero los muertos se estiman en cientos de miles en el bando ruso y en el ucraniano. Vladímir Putin dio una rueda de prensa de más de cuatro horas con preguntas de periodistas y de rusos aparentemente escogidos aleatoriamente. También preguntaron varios periodistas occidentales acreditados en Moscú. Putin habló de la guerra en Ucrania, una invasión violenta de un país extranjero, argumentó que el objetivo era desnazificar el país y que el conflicto acabaría si Zelenski abandonaba las armas y se rendía. Se refirió también a la guerra de Gaza y contestó preguntas anodinas como el precio de los huevos en el mercado nacional.
Se va a presentar a las elecciones de la primavera del 2024 sin que nadie se atreva a disputarle un liderazgo, que es equivalente al de un dictador que no da cuenta del paradero de su potencial contrincante, Alexéi Navalni, condenado a varios años de prisión y que se supone que ha sido trasladado a una cárcel a miles de kilómetros de Moscú.
Putin no se apoya en los oligarcas del petróleo que fueron el sostén de Yeltsin, sino en los altos cuadros del Servicio Federal de Seguridad (FSB), una continuación del antiguo KGB. Rusia es hoy un país controlado por los servicios de inteligencia, que vigilan la disidencia interior y operan con una gran capilaridad en muchos países occidentales, especialmente en la Unión Europea, que se ha convertido en el principal objetivo del Kremlin para debilitar las influencias democráticas en zonas que Rusia considera que forman parte de su área natural de influencia.
La otra cara de la moneda es la de un presidente Zelenski que está librando una guerra defensiva contra el potencial militar de Rusia y que se traslada a donde le invitan para pedir armas, dinero y complicidad con la causa de su independencia nacional. ¿Van a abandonar Estados Unidos y Europa a quien ha desafiado las acciones imperiales de Putin, que amenaza la seguridad y la libertad de Europa?
Muchas partes del sudeste ucraniano han sido devastadas, unos diez millones de sus ciudadanos han huido a otros países occidentales o se han trasladado a otros puntos del país.
La tragedia es indescriptible. Y la pesadilla de Zelenski y de los ucranianos que no quieren ser dominados por el Kremlin aumenta a medida que se enfrían los compromisos europeos y norteamericanos, en una guerra que se presenta larga y con muchas dificultades para poder ganarla.
En la última cumbre de la UE se invitó a Ucrania y Moldavia a ser candidatas a formar parte de la Unión. Es un gesto que no favorecerá el fin de la guerra, pero es una señal de cómplice acogida.
Las sanciones occidentales contra Putin no han dañado excesivamente la economía rusa, que ha reforzado los lazos políticos con China y ha exportado energía a muchos países asiáticos. Tiene al húngaro Viktor Orbán como aliado en las instituciones europeas y cuenta con el cansancio y el costo para las economías occidentales de una guerra cuyo fin no es inminente.
Joe Biden está comprometido con seguir entregando armas y muchos millones de dólares, pero las guerras apoyadas por Washington, desde la de Irak a la de Afganistán y ahora la de Gaza, serán aprovechadas por el populismo sin escrúpulos de Donald Trump que, incomprensiblemente, va por delante en todas las encuestas en las presidenciales de noviembre del próximo año.
Si Putin gana la guerra y consigue someter a Ucrania a las directrices del Kremlin, será un grave contratiempo para los países democráticos. El autoritarismo, el populismo y la fuerza se impondrán en una Europa donde las libertades empiezan a verse amenazadas interiormente por el auge de la extrema derecha en prácticamente todos los países democráticos.
No es previsible una nueva guerra mundial en territorio europeo. Pero no hay que descartar la proliferación de conflictos locales que pueden acabar destruyendo la cohesión de una realidad política, económica y social que Europa no había conocido tan prolongadamente en su historia secular.
Sostengo que las democracias son más fuertes que las dictaduras y las tiranías de cualquier signo. Son más fuertes porque tienen una idea más humana y más realista de sus propias deficiencias. Los autócratas pasan, pero la libertad de los pueblos permanece.
Publicado en La Vanguardia el 20 de diciembre de 2023
Anuncio mi baja de la dirección de podemos, así como mi cese como DG de Derechos Animales.
Hemos hecho historia en los derechos de los animales y seguiremos haciendo historia.
Chicheño!! tenemos una direccion general de derechos animales que ostenta podemos. Un tal Sergio Garcia era el DG
Y de estas entelequias hay la tira. Animaladas mil.
Pais de traca, patinete, movil y perrito
«Tenim el dret i el deure de defensar-nos de la injusticia, pero amb inteligencia; Zelenski va poder escollir la resposta dels txecoslovacs quan van ser envaits pels tancs del Pacte de Varsovia el 1968, pero va preferir l´Otan i el negoci de la guerra»
Fragment del article «Plataforma Catalunya per la Pau, els ucrainesis de Barcelona» de LLuis Busquets, citan a Pepe Beunza a la revista El Prego de novembre (621)