La realidad alternativa fue una de las aportaciones más inquietantes de la presidencia Trump. Ocurrió el día de la inauguración de su mandato cuando las televisiones comparaban la afluencia de asistentes a la toma de posesión de Obama y la que se estaba registrando con la de Trump aquel 20 de enero del 2017. La portavoz presidencial, Kellyanne Conway, no pudo resistir la carga de la prueba al ver la gran diferencia entre las dos ceremonias inaugurales y se le ocurrió decir que se trataba de una realidad alternativa.
Negar la evidencia de los hechos es frecuente en la política y en el universo mediático. No es novedad. Pero hoy la comprobación de la realidad puede llegar a ser exacta. Cuando aparecen versiones alternativas de la verdad objetivable la polarización es prácticamente inevitable. Se llega al punto de que las élites progresistas o conservadoras fabrican discursos endogámicos hablando de sociedades que solo existen en sus discusiones académico-mediáticas, pero no tienen vida propia en el mundo real.
En su visita a Catalunya durante la Guerra Civil, George Orwell escribió: “En España vi por primera vez noticias de prensa que no tenían relación con los hechos. La historia se estaba escribiendo no desde el punto de vista de lo que había ocurrido, sino desde la perspectiva de lo que tenía que haber ocurrido, según las distintas líneas de partido”.
Lo que importa hoy no es aceptar hechos o verdades comprobables y compartidas sino tener el poder de determinar el relato público al margen de su verosimilitud. La política corre el riesgo de elaborar realidades alternativas si con ello consigue imponerse al adversario aunque sea engañando a las mentes más desprevenidas. Para enredarlo todo, proliferan demasiados profetas y adivinos que pasan por comunicadores y que se saben de antemano las respuestas sin haber hecho las preguntas.
El mundo real también existe. Si el aumento de los precios, la inseguridad ciudadana, los problemas derivados de una inmigración descontrolada y desprotegida, la escasez de vivienda, el futuro incierto de muchos jóvenes… no forman parte de la centralidad del debate, que no sorprenda a nadie si en las próximas elecciones avanzan los partidos extremos. La política no puede ser el arte de perder el tiempo ni del embaucamiento con discursos ficticios.
Publicado en La Vanguardia el 22 de diciembre de 2023
Gracias otra vez, Senyor Foix.
Sólo un comentario a la cita de George Orwell. Con todo lo que Orwell ha representado en nuestra cultura, esa observación citada mil veces, me resulta un poco ingenua y, quizá un poquitin menospreciativa de los políticos españoles durante la Segunda República o, para el caso, la prensa de la época. Como si en el Reino Unido no abundasen las falsedades en los medios de comunicació y, sobre todo en la historia escrita. Que se lo pregunten, en esos años 30, a los irlandeses, los hindús o los sudafricanos.
Mucho antes, creo que fue Disraeli (o eso dijo Mark Twain) a quien se cita como autor del la definición de las mentiras en mentiras, malditas mentiras y estadísticas. («Lies, damned lies, and statistics»)… por no citar las Catilinarias de dos mil años antes.
Bones Festes … and a Happy New Year
Cuando el Sr. Foix nos habla de «mentes desprevenidas» de que nos esta hablando?
Quiza de indivuduos, individuas e individues que van pegados con cara de velocidad a un telefono movil absortos y ausentes? Que no se enteran ni de la mitad de la realidad y que son terreno abonado (y en manadas) a cualquier mensaje simple y simplon que les suelten una mesnada de politicos cada vez mas simples?
Puede que si puede que oui o puede que yes.
Feliz Navidad. Sean buenos y les parecera mas larga.
No hay múltiples verdades. Las evidencias conforman la realidad y de ésta se deriva la verdad. Existe un interés por el poder económico, político y social para deformar la verdad y así obtener más poder. En estos momentos históricos la riqueza, como siempre, se concentra cada vez más en menos manos. Este enorme poder es insensible a la democracia, la justicia social y a la humanidad, solo parece interesado en su propio y único futuro. Las personas y el ser humano no cuentan para ellos, les impiden ser más ricos. Es el individualismo extremo, como su otra cara extrema: el comunismo totalitario.
Totalmente de acuerdo