Europa dejó de ser una idea feliz que habían preconizado personajes tan dispares como Victor Hugo y Napoleón, hasta que representantes de estados enfrentados históricamente se pusieron de acuerdo para la realización del sueño que pusiera fin a las guerras en el continente. El concepto de la Unión Europea que conocemos hoy viene de un profundo grito de pesar que alemanes y franceses pronunciaron después de las terribles guerras del siglo XX. Dijeron basta a la confrontación endémica y se pusieron a construir un mundo en el que la convivencia se sobrepusiera a las armas.
Jean Monnet y Robert Schuman fueron los arquitectos principales del edificio que más años de prosperidad, libertades y paz social ha conocido la historia de Europa en muchos siglos. Uno de los hombres que dio el paso más audaz y seguro a la integración europea fue Jacques Delors que fue presidente de la Comisión Europea desde 1985 a 1995, fallecido en París a los 98 años poco antes de finalizar el año 2023.
Delors era una combinación de rigor intelectual, humor sarcástico y políticas combativas para avanzar en la unión de los pueblos, naciones y estados europeos. Durante su mandato se aprobó el Acta Única Europea que culminaría en la libre circulación de personas, bienes y servicios entre los países miembros de la Unión. El Tratado de Maastricht (1991) trajo la unión monetaria y económica que conduciría a la instauración del euro como moneda común de todos los países que se adhirieran. Fue el que impulsó los acuerdos de Schengen que acabarían con las trabas burocráticas y que harían que millones de europeos se sintieran en su propia casa, tanto si estaban en Finlandia, Portugal, Alemania o Grecia. De su mandato arranca también el programa de intercambio de estudiantes Erasmus, que ha aproximado en la convivencia a más de 15 millones de universitarios de todas las latitudes, culturas y lenguas europeas.
Delors pensaba que el mercado único europeo era el instrumento imprescindible para romper las prevenciones alemanas para no perder la fuerza y la hegemonía del marco en Europa central. Como persona dialogante y constructor de consensos, Delors sabía que los alemanes no abandonarían el patrón del marco a no ser que recibieran las garantías de que el nuevo Banco Central Europeo sería lo más parecido al Bundesbank, independiente de las presiones políticas y capaz de proteger el valor adquisitivo de la moneda alemana. Había dicho con sorna que “no todos los alemanes creen en Dios pero sí que todos creen en el Bundesbank”.
Delors era un trabajador de la política en el sentido más humanista del término. Había sido consejero del gobierno gaullista de Chaban Delmas y no se afilió al partido socialista hasta cumplir los 50 años. Educado en el seno de una familia católica, Delors tuvo siempre una sensibilidad social que le llevó a trabajar en organizaciones sindicales y sociales de inspiración cristiana. Fue Mitterrand quien le nombró ministro de Economía y Finanzas en 1981 aplicando una política de rigor que atrajo el interés de los alemanes que lo auparon a la presidencia de la Comisión Europea, con mucho más entusiasmo que el propio Mitterrand que llegó a temerle más como un adversario en las presidenciales que a apreciarlo como uno de sus principales colaboradores en el gobierno.
Los adversarios en Europa no estaban en París o en Bonn sino que procedían del gobierno de Margaret Thatcher, que convirtió la pertenencia británica a la UE como un caballo de batalla para sus reivindicaciones nacionales llegando a ser una de las pesadillas de los europeístas continentales. Delors negoció con Thatcher y permitió que estuviera en una Europa a la carta antes de que se produjera una ruptura como la que se perpetró en el referéndum del Brexit de 2016.
Delors consiguió que el euro fuera un éxito, que el nacionalismo económico de los estados no se sobrepusiera a los intereses colectivos de la Unión, que Alemania no acabara germanizando Europa y que la política no se encontrara cada vez más a los pies de los caballos de las finanzas y de la economía de los más grandes que pudieran erosionar la libertad de los más frágiles. Europa le debe mucho a Delors por haber entendido la complejidad de un continente que encuentra sus raíces en el derecho romano, la filosofía griega y la religión de Israel.
Los franceses le reprocharon el haber arrojado la toalla en las presidenciales de 1995 al anunciar que no se presentaría a las elecciones para suceder a los dos mandatos de Mitterrand. La figura de Delors no cabe enmarcarla solamente en la política francesa sino en el ámbito de la gran construcción europea, de la cultura variada de sus pueblos y de la soberanía y los valores compartidos.
Publicado en la revista El Ciervo, número 803 Enero-Febrero 2024
Efectivamente la UE nace de las cenizas y fracaso de los imperios europeos. Sobretodo del imperio napoleónico y prusiano-aleman. Pero también y hay que tenerlo en cuenta del escandinavo-sueco y del castellano-español. El escandinavo-sueco casi se ha superado. Digo casi porque Noruega no està en la UE y vale la pena conocer como obtuvo la independencia. El castellano-español todavía no. Compárese las iniciativas de Cataluña con las noruegas y se entenderán muchas cosas, incluso de la Gran Bretaña.