La experiencia sugiere que el momento más peligroso de un mal gobierno es cuando empieza a reformarse desde dentro. Y si el gobierno descansa sobre los sentimientos y emociones de masas heterogéneas cualquier fallo en las reformas tiene consecuencias inesperadas.
Xavi Hernández ha sido un grandísimo jugador, un barcelonista de convicciones marmóreas y ahora un entrenador que ha arrojado la toalla siendo el vigente campeón de la Liga. A Ernesto Valverde se le echó con dos Ligas ganadas sin darle explicaciones convincentes. Los relámpagos han caído sobre la cabeza de Xavi que se ha refugiado bajo el pararrayos de una dimisión aplazada con el riesgo de que la tormenta de una nueva e inesperada derrota le alcance y no pueda decidir cuándo se va.
Si la política democrática no es el arte de formar gobiernos sino de echarlos, cuanto más el fusible de un entrenador puede saltar por los aires si quien está en peligro es el presidente Laporta y su muy reducido grupo de amigos que han tomado las riendas absolutas del club.
En unos momentos en los que no tiene el calor de los socios, con un estadio en construcción, un equipo desmotivado, sin recursos para fichar, lo de menos es el entrenador. La percepción que se tiene es la de un club mal gestionado que va a la deriva. No pasa absolutamente nada atravesar por una o varias temporadas sin títulos.
Habrá que hacer un reinicio y empezar de manera realista sin recurrir a las fantasías. Menos triunfalismos retóricos y más baños de realismo. La gran incógnita es si el Barça puede preservar la independencia sin caer en manos de fondos anónimos que desplazarían al socio convertido en un vestigio de los tiempos analógicos. Los sentimientos los gestionaría la Inteligencia Artificial.
Publicado en Mundo Deportivo el 30 de enero de 2024
Que el Barça acabara como una SAD esta cantado.
La travesia del desierto sera larga.
Mes que un club. I tant!
I el Girona mes.