Todas las elecciones comportan un cambio de circunstancias, de programas, de talantes y casi siempre de personas. Más de la mitad de los humanos van a votar este año. Pero no son lo mismo las elecciones que se han celebrado en Rusia que las que elegirán al presidente de Estados Unidos, las de India, las europeas, las vascas o las catalanas. No hay fotos fijas en la historia y, como decía John Maynard Keynes, al término de la Gran Guerra los que pretendían recrear los parámetros económicos previos a 1914 fracasaron estrepitosamente.
El mundo de ayer es un espejo para entender mejor el presente y para proyectar el futuro, que siempre es distinto y lleno de situaciones imprevistas. El núcleo de supremacistas que incubaron el Brexit desde pequeños cenáculos de Eton y Oxford pensaron en un país que solo existía en sus mentes utópicas. Simon Kuper lo describe muy bien en su ensayo Chums, que puede traducirse como ‘amigotes’ o ‘compinches’: de los quince primeros ministros desde la Guerra hasta hoy, once estudiaron en Oxford, un campus de raíces medievales que otorga unas tres mil licenciaturas cada curso. Cameron, May, Johnson, Truss y Sunak pasaron por sus colleges y han protagonizado la continuación del declive de un gran país que se desentendió de sus compromisos con Europa recurriendo a la mentira y a un complejo de superioridad de una casta superada por los tiempos nuevos.
Cuando una democracia es controlada por una minoría exclusiva, posiblemente muy culta y a la vez muy ideologizada, puede caer en gobiernos autoritarios que surgen de las urnas pero desembocan en populismos de derechas o de izquierdas. La fortaleza de la democracia es su representatividad y su legitimidad, mientras que su flaqueza es la ignorancia y la irresponsabilidad.
Martin Wolf, uno de los periodistas de referencia europeos, analista del Financial Times durante años, ha publicado un lúcido ensayo que titula La crisis del capitalismo democrático, donde expone los riesgos de una tendencia generalizada en muchas democracias liberales de optar por gobiernos autoritarios competentes. Sostiene que una dictadura raramente es competente, pero puede ser potencialmente mucho más peligrosa si consigue competir con las democracias en el trabajo bien hecho a costa de privación de libertades y aplicando criterios dominados por el control del Estado sobre los ciudadanos. El caso de la China de Xi Jinping, cada día más autoritaria, pero más competitiva en la producción de bienes y en el comercio internacional, es una tentación para los electorados occidentales.
Las reflexiones de Martin Wolf conducen a que, esencialmente, una democracia liberal es una pugna por el poder entre partidos que aceptan la legitimidad de la derrota. Es una “guerra civil civilizada” en la que la fuerza no está permitida, lo que significa que los vencedores no pretenden destruir a los perdedores. Desde la crisis del 2008, las democracias más solventes han caído en la trampa de levantar muros entre los gobiernos que han ganado en las urnas y los partidos que han quedado en la oposición.
¿Cuáles son los síntomas de esta degradación de un sistema libre? Cuando se suprime la libertad de prensa, cuando se ignora y se perjudica a los oponentes, cuando no se respetan los derechos individuales, cuando se practica la corrupción desde el poder, cuando se amañan las elecciones y cuando se rompe la convivencia cívica y política entre los que piensan distinto.
Los muros que se han levantado en Estados Unidos y en muchos países europeos, España y Catalunya incluidos, crean sociedades divididas y en muchos casos irreconciliables. No se puede gobernar contra la oposición ni negar la legitimidad de gobiernos democráticamente constituidos.
Esta confrontación entre posiciones irreconciliables no es mala, siempre que se respeten las reglas de juego basadas en el respeto al adversario. Todo esto no son juegos de palabras o ideas fantasiosas. En el fondo de estas profundas divisiones sociales y políticas se encuentra un individualismo perturbador, que va acompañado de un crecimiento ralentizado, un aumento de las desigualdades y una pérdida de trabajos bien remunerados que activen los ascensores sociales. Y, además, estamos ante una guerra incierta contra Putin, que pone al descubierto una seria crisis moral de civilización que puede devolvernos a la barbarie.
Publicado en La Vanguardia el 10 de abril de 2024
Sant Tornemi…….
Acabo de leer que Pedro Sanchez en el Congreso de los Diputados ha dicho que hay que MEJORAR el índice de cumplimiento de los Presupuestos Generales del Estado con Catalunya.
Haber Sr. Sanchez; el 2021 fué del 35,8 % y el 2022 del 42,9 %.
Como Vd. ha dicho MEJORAR, que no CUMPLIR, me pregunto si podemos esperar que se llegará al 50 % ?
¿Los políticos catalanes no dicen nada?
Ja els está be?
Bonissim i aclaridor Sr. Foix.
Empermeto afexí que estic dácord en que no es pot gobernar contra l´oposició. Tampoc contra un poble, una regió o una autonomía.
Jo crec que mes que estamos en una guerra contra Putin, es Putin quien está en una guerra contra nosotros. Y fué quien la inició.
Excel·lent peça, senyor Lluis. Vull un sequitur, m’he quedat amb gana…
Gran articulo Luis, que desde mi ignorancia geopolitica, pero desde mi experiencia existencial en cuatro continentes, me hace levantar de la silla y aplaudir….
Escuchaba hace unas horas, mientras comia en casa, la parte final en el Congreso en relacion a preguntas al Gobierno, y me ha parecido tan decadente y mediocre, que nunca `pude imaginar tal degradacion de nuestro sistema.
Me estaba preguntando, ¿valio la pena recibir , en mis tiempos de universatario, a finales de la decada de los sesenta, recibir tantos «porrazo» de los grises, a causa de manifestarnos en la Diagonal pidiendo «democraca y libertad»???…, no lo se, lo que si es seguro es que la que tenemos ahora, NO es la que entonces deseaba…
Como decia la Madre Teresa, Luis, «No pares, nunca te detengas», alguien que tiene audiencia como tu, debe decir lo que dices…
Un abrazo desde la Segarra,.
Brunet de Bellmunt
Estoy de acuerdo. Pero seria menos críptico.
En España tenemos un sistema electoral de «doble vuelta». En la primera votamos los ciudadanos a una lista cerrada de partidos. En la segunda vuelta sólo votan los elegidos en la primera. La que cuenta es la segunda vuelta. El vencedor de la segunda. Sólo éste o ésta es el vencedor. Mira que es fácil.
¿ Cuántos años lleva el independentismo catalán ganando las elecciones en Catalunya ? Las segundas vueltas, claro.
No puede negarse la realidad. Hay que buscar una solución política no esperténtica.
Pau, et pots explicar una mica millor?. Quina segona volta?
Els que guanyen i governen, el president del govern o l’alcalde, no son el ciutadans, son els diputats o els consellers. Aquestos són el protagonistes de la segona volta. Qui guanya de veritat és el qui guanyi en aquesta segona volta