La gran mayoría de clubs europeos firmarían una temporada como la que acaba de terminar el Barça. Un doblete de Champions y Liga para la selección de mujeres y un segundo puesto con 85 puntos para el equipo masculino. Los más de 40.000 barcelonistas en San Mamés dan fe de que pasan los jugadores, los técnicos, los presidentes pero la identificación emocional con el Barça perdura intacta.
Yo ya no veré los documentales que se emitirán sobre Laporta con la perspectiva y la templanza que da el tiempo al reconstruir las trayectorias humanas. Laporta es lo que más se parece al espíritu de los tiempos, al ‘zeitgeist’ que está asociado a la filosofía de la historia de Hegel.
El Barça está presidido por una persona cambiante en el fondo y en las formas, un populista capaz de contradecirse en el mismo día o la misma semana, un hombre que no valora la palabra dada, audaz, empático, cínico y contradictorio. Solo un presidente desagradecido echaría en un plis plas a tres leyendas del club.
A Messi le engañó a pesar de asegurarle el día antes que contaba con él y que su continuidad en el Barça la arreglaría con un asado con el argentino. A Koeman lo despidió en pleno vuelo tras perder con el Rayo y con Xavi su destitución ha sido más sofisticada mareándole hasta el último momento para acabar enseñándole la salida cuando ya se estaba negociando el fichaje de Hansi Flick.
Falla el factor humano. El presidente que introdujo la figura de la oposición, allá por los tiempos del Elefant Blau, ahora no tiene oposición. Se ha quedado solo tras ahuyentar a quienes mejor podían asesorarle. El socio ya no cuenta ni para dar su opinión. La nueva etapa debería ser menos impetuosa y más responsable. Más profesional.
Publicado en Mundo Deportivo el 28 de mayo de 2024
La marccha del «mes que un club» y de su presidente (que ja no passa per La_porta) son reflejo de una sociedad sin brujula.
Presidente capaz de bajarse lis pantalones en un control de aeropuerto.
Que se puede esperar?