Se habla poco de Europa en la campaña para elegir un nuevo Parlamento Europeo porque no se comprende o no se acepta la idea de que la seguridad, la libertad y la prosperidad de cada uno de los 27 países dependen de la salud democrática del conjunto de la Unión.
Son elecciones en las que el miedo a las incertidumbres de la guerra de Putin contra Ucrania puede alterar el equilibrio de las familias políticas en Bruselas. Los debates nacionales se libran en el escenario aparentemente neutral del espacio europeo, pero para tratar sobre la prosaica y a veces miserable política interna.
Los resultados del domingo se podrán leer en clave interna, pero lo que importa es la corriente de fondo que indicará la nueva composición de la Eurocámara. Se advierte una deriva autoritaria desde los extremos que puede desvirtuar el carácter fundacional de entendimiento y de convivencia.
No se trata de si los conservadores, los socialistas, los liberales o los verdes revalidan una mayoría, sino si sobrevive un sistema que persigue más justicia, más seguridad, más educación, mejor sanidad, más bienestar y más responsabilidad para corregir las desigualdades entre los pocos que tienen mucho y los muchos que viven una existencia muy precaria.
Esta deriva autoritaria se detecta de muchas y diversas maneras. La globalización económica no se ha traducido en una mayor libertad política, sino que ha desembocado en gobiernos fuertes que, en nombre de la eficacia y el orden, controlan los medios de comunicación para crear relatos que denigren a los que piensan distinto y nieguen el papel de la oposición como contrapeso imprescindible en cualquier democracia solvente.
China no solo es la mayor fábrica del mundo, sino que también es donde los salarios son más bajos y, según advertía Tony Judt, también “los derechos son más bajos”. El capitalismo chino, lejos de liberalizar las condiciones de las masas, contribuye aún más a su represión.
Las elecciones del domingo no son para conquistar o retener el poder en los estados, sino para preservar un modelo de economía social de mercado como garantía contra los excesos de las finanzas globalizadas.
Se vota también para preservar un escudo protector contra quienes propugnan una Europa populista, ultraliberal, cerrada al necesario flujo migratorio, abandonada a los caprichos de los algoritmos creados por los hombres más ricos, más poderosos y más influyentes de las democracias liberales. Me refiero a personajes como Zuckerberg, Bezos, Musk, Gates y compañía, que tienen más poder sobre los ciudadanos que los mismos gobiernos. Y, además, eluden las leyes fiscales nacionales y pueden influir, con su propaganda a través de las tecnologías, para modificar la voluntad de muchos electores.
La extrema derecha en Europa va a ser la primera fuerza política en Francia, ganará en Italia y en Austria, quedará segunda en Alemania y ya está en coaliciones de gobierno en los Países Bajos, Finlandia, Suecia, Hungría y Eslovaquia. Hay un bloque prorruso y otro atlantista. En todo caso, hay una situación política nueva que no se puede analizar con los mismos parámetros de hace dos décadas. Han cambiado las circunstancias, pero las políticas no han sabido encontrar respuestas a la nueva realidad.
Rusia no es ajena a los problemas que se ciernen sobre Europa. Timothy Snyder, profesor de Yale, afirma en su libro El camino hacia la no libertad que la política de Putin para destruir la Unión Europea ha adoptado varias formas: “El reclutamiento de dirigentes y de partidos europeos para que representaran los intereses rusos en la desintegración de Europa; la penetración digital y televisiva del discurso público para sembrar la desconfianza respecto a la Unión; la captación de nacionalistas extremistas y fascistas para la promoción pública de Eurasia, y el apoyo de todo tipo de separatistas”.
Europa está en guerra con Rusia, pero también estorba a China, y si Trump ganara las elecciones de noviembre, Estados Unidos dejaría de ser el aliado principal que garantice nuestra seguridad.
La incertidumbre suscita miedo y crea personajes y soluciones autoritarias. Europa ha de defender el Estado de bienestar que ha ofrecido al mundo después de más de un siglo de incubar guerras mundiales. Si pierde la centralidad política interna, corre el riesgo de repetir los catastróficos errores del pasado.
Publicado en La Vanguardia el 5 de junio de 2024
Pero aixo si, les cireres estan al punt.
Y tambien en LV de hoy en plan noticia de proximidad de esta ciudad de los prodigios, Barcelona, en la que el Gremi de Recuperacio propone dar formacion y un carnet a los chatarreros.
Digital y tal…si si!
No tenemos ni remedio ni perdon.
Y la Meloni, en la foto con la Ursulina, que sale hoy en la portada de LV presumiendo de los campos de desvio e internamiento para refugiados en Albania.
Europa a la deriva i tant!
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