La integridad física de Lamine

Lamine Yamal es cazado violentamente en el estadio de la Cerámica de Villarreal. Hay que detener la violencia en los estadios.

El fútbol en la era digital ha derivado hacia un parte médico continuado. Intentar racionalizar las emociones es tan difícil como inútil. Hay que evitar la violencia en las gradas y también sobre el césped. Me pareció necesaria la disposición de que los jugadores sólo canalicen sus quejas contra los árbitros a través del capitán. Las tarjetas a Mbappé y a Bellingham el sábado deberían servir de advertencia a la queja constante de los jugadores del Madrid que pueden llegar a intimidar al juez máximo del partido.

El inglés le espetó un insulto que merecía la roja directa. La violencia verbal es la antesala de la violencia física. El árbitro es un juguete roto cuando se deja llevar por el miedo al qué dirán los santones del universo mediático. Una de las novedades de Hansi Flick que ha introducido en el talante de sus jugadores es jugar sin protestar. El silencio es más potente que el insulto.

El prodigioso comienzo de temporada de Lamine Yamal, un adolescente menor de edad, no tiene nada que ver con los aspavientos y gestos burlones de Vinicius. Las patadas intencionadas a Lamine en Villarreal no se saldan con una tarjeta amarilla. O los árbitros detienen los golpes para hacer daño a las piernas del genial extremo del Barça o muy pronto entrará en las listas de lesionados de larga duración. Sería una desgracia para el buen fútbol.

A pesar de ser cazado varias veces, Lamine no se burla de los rivales ni provoca a las aficiones de los adversarios con gestos procaces. Es la mejor respuesta al juego sucio para frenar su talento. Aprovecho para desear la pronta recuperación de Ter Stegen, el gran portero, que fue víctima de un mal gesto que le causó un daño y un dolor inesperados.

Publicado en Mundo Deportivo el 24 de septiembre de 2024

  2 comentarios por “La integridad física de Lamine

  1. Por el bien del espectáculo y de la salud de los jugadores, el mal llamado contacto físico en el fútbol tendría que estar igual de sancionado que en el baloncesto. Las entradas criminales del fútbol son impensables en el baloncesto, y no por eso el baloncesto se considera un deporte menos viril. Los artistas del fútbol deberían estar protegidos, en lugar de los leñeros. Si un jugador virtuoso se zafa de sus defensas y se escapa solo a portería, pues lo siento, se ha ido, ha ganado merecidamente su ventaja, y no hay ningún derecho a entrarle salvaje y peligrosamente por detrás con grave riesgo para sus tobillos o rodillas. Y dar una patada deliberada a un jugador, sin opción a jugar la pelota, simplemente para amedrentarlo al inicio del partido para que vaya después con miedo, debería estar directamente penado con pérdida de licencia federativa durante 6 meses. Algunos dirán que no hay que hacerlo porque eso cambiaría este deporte. Quizás. Pero sería un cambio a un deporte mejor. Lo que pasa es que mucha gente no quiere esto. La masa quiere animales y machos alfa sobre el césped dejándose la vida y entrando con todo. La masa quiere desahogarse contemplando un espectáculo de violencia controlada, por supuesto sin muertos, para no parecer del todo incivilizados… pero en el fondo, básicamente, lo son. Hemos evolucionado solo un poco desde el circo romano. Ahora no se matan pero aceptamos que se rompan cruzados, tendones y huesos con total impunidad. Lo aceptamos diciendo que es un deporte de contacto. De hombres. De machos. En otras palabras: de cabestros, por no decir otra cosa peor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *