Los pueblos judío y persa

Netanyahu apunta un choque con Irán puede causar el cambio del régimen coránico de Teherán. Mientras tanto miles de personas mueren como consecuencia de las bombas y de una guerra absurda.

Una guerra a gran escala en Oriente Medio dejará paisajes devastados, muchos muertos, miles de desplazados y una nueva situación que abrirá escenarios inesperados en una región que no ha digerido todavía la revolución islámica que puso en marcha el ayatolá Jomeini en enero de 1979 en Teherán a su llegada del exilio de París. Fue la última revolución del siglo XX, cuyas ramificaciones han llegado a todo el universo musulmán.

Irán pasó de ser un país aliado de Occidente, y muy especialmente de Estados Unidos, a secuestrar durante meses a todo el personal diplomático de la embajada norteamericana en Teherán. Los movimientos antioccidentales, a través de organizaciones terroristas en muchos casos, sacudieron los símbolos más emblemáticos de la democracia americana como aquel 11 de septiembre del 2001 derribando las Torres Gemelas de Nueva York.

Las guerras en Afganistán, Siria, Irak, Yemen, Líbano… tienen como telón de fondo este choque de civilizaciones que está latente en los conflictos originados en Oriente Medio.

Si Israel entra en guerra abierta con Irán, puede producirse un cambio que va más allá de las consecuencias económicas y políticas del conflicto. Estados Unidos estará al lado de Israel, gane quien gane en las elecciones del 5 de noviembre. Será difícil que desde Teherán se pueda derrotar al Estado hebreo, tal como se comprobó en el frustrado ataque masivo de misiles balísticos el martes sobre Tel Aviv.

Son indicativas las palabras de Netanyahu al dirigirse a los iraníes diciendo: “Nuestros dos pueblos ancestrales, el pueblo judío y el pueblo persa, estarán por fin en paz porque el enemigo de Israel es el Gobierno de Irán y no el pueblo iraní”.

Todas las guerras crean una nueva dinámica cuando terminan. Muchas trazan nuevas fronteras ideológicas y físicas. El mejor escenario para Israel, Estados Unidos y Occidente sería una crisis del régimen coránico de Teherán, que cambiaría el panorama en toda la región. Pero no hay que descartar una acción a la desesperada de Irán para destruir a su verdadero enemigo, que es Israel. Mientras tanto, las muertes desde el 7 de octubre pasado se cuentan por decenas de miles. Las guerras crean resentimientos y odios, cuyas cicatrices ni los siglos hacen desaparecer.

Publicado en La Vanguardia el 3 de octubre de 2024

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