El Barça de Hansi Flick ha roto los discursos que se han ido mutando en las nueve primeras jornadas de Liga. El técnico alemán era una incógnita cuando se hizo cargo de un equipo que ya no podía fichar a los mejores por insolvencia económica. El estado de las cuentas del club no es transparente. A Lewandowski le pesaban los años y nadie apostaba en que en la jornada novena sería el pichichi destacado de la Liga, el doble de goles que Mbappé, el fichaje más mediático de la incipiente temporada.
Las graduales bajas de Gavi, De Jong, Araujo, Olmo, Fermín y Ter Stegen dejaban un equipo esquelético. El tropiezo ante Osasuna parecía romper por fin la racha pero la clara victoria en Mendizorroza ante un Alavés al que la suerte no le vino de cara, permiten recurrir al talante que exhibe Flick de que “hasta ahora, todo bien”. En inglés se usa el “so far so good”.
El técnico no ha entrado en los entornos mediáticos y sociológicos del barcelonismo y se refugia en una lengua que no es la suya para transmitir realismo. Ha buceado en La Masia y ha extraído perlas finas que han suplido las deficiencias iniciales. Lamine Yamal ya era un diamante pulido. Pero luego aparecieron Casadó, Cubarsí, Fort y la mejor versión de Pedri para armar un estilo de juego que ha roto con los catecismos de épocas gloriosas pasadas.
Preparación física, velocidad y verticalidad. Flick ha sabido combinar la veteranía y la juventud – Raphinha y Balde – y ha impuesto rotaciones porque la temporada será dura y larga. Ha sacado petróleo de pozos que no estaban secos sino inexplorados. Ha aprovechado lo que tenía al alcance y ha montado una orquesta que suena muy bien. El Clásico del 26 de octubre en el Bernabéu será la primera prueba de fuego.
Publicado en Mundo Deportivo el 8 de octubre de 2024
Jo crec que anirem be. I El Girona tambe!