Autócratas que quieren dirigir el mundo

El ensayo de Anne Applebaum estudia la penetración de las dictaduras y autocracias en minar y debilitar los sistemas democráticos

Se ha llegado tarde en regular la gran complejidad de las redes sociales y las consecuencias políticas han sido negativas para todo el mundo. Esta es una de las reflexiones a las que llega Anne Applebaum en su ensayo sobre el peligro que corren las democracias en estos tiempos inciertos en los que las autocracias utilizan las tecnologías de los países libres para destruirlos.

No solo está en discusión la verdad de los hechos sino que las realidades alternativas, es decir, las mentiras, se baten a campo abierto en la gran batalla global sobre la información y las opiniones. No hay democracias seguras si no se vela per el mantenimiento de los equilibrios entre los poderes ejecutivo, legislativa y judicial. También es requisito para que las instituciones cumplan su cometido que la libertad de expresión esté garantizada.

En su libro “Autocracy, Inc.”, Applebaum analiza cómo los dictadores están avanzando posiciones y quieren dirigir el mundo sin enfrentarse directamente con las democracias sino debilitándolas desde el seno de las mismas. La guerra fría es historia pasada. La confrontación abierta es inviable. La penetración en la política, las instituciones, los medios de comunicación occidentales es práctica común de las dictaduras. Lo vemos en la interferencia externa en todas las elecciones en países democráticos.

La historia de Estados Unidos y la de la Europa de la postguerra está marcada por la divulgación global de las ideas de la libertad y del cumplimiento de las leyes. El siglo XX lo ganó ampliamente Estados Unidos a través del poder blando de la cultura, la eficacia económica, los mensajes que se fabricaban y se distribuían globalmente desde Hollywood. Estados Unidos sigue siendo la primera potencia mundial pero ya no es la única ni tampoco tiene la hegemonía militar de los mares y los espacios aéreos.

En unos años, Occidente ha despertado a una inquietante realidad protagonizada por la intromisión de la Rusia de Putin en todos los países democráticos y por los intereses de China en expandir su potencial comercial desde la inmensa fábrica industrial y científica que se controla desde Pekín. Rusia pone la fuerza, a lo bruto, y China invierte en infraestructuras en África y América Latina. Era evidente que la influencia de las democracias en el mundo no tenían competidores serios y ahora los regímenes autoritarios o dictaduras se disputan la hegemonía con los sistemas occidentales, desde Estados Unidos a Europa pasando por Australia, Japón y Canadá.

La penetración rusa en Occidente se ejercita con todos los medios a su alcance apoyando a cualquier movimiento para desestabilizar las democracias donde la sensibilidad creada por la opinión pública y por las oposiciones de los respectivos países da la impresión de debilidad. No es así. Pero a través de la difusión de post verdades, desde el anonimato o desde instituciones reconocidas se crean debates que se basan en la propaganda, las distorsiones y las mentiras. Muchas discusiones y debates pùblicos se hacen sobre hechos no comprobados.

Las democracias tardan tiempo en reaccionar a los intentos desestabilizadores de países autoritarios. A veces llegan demasiado tarde y para defender su sistema de vida y sus valores tienen que recurrir a la violencia sin estar preparados para ello.

El apoyo ideológico de Elon Musk a los partidos de extrema derecha es un asalto directo a la estabilidad de Europa. Si el presidente electo Donald Trump sigue sus planes para debilitar o destruir la misma idea de la Unión Europea, la inestabilidad política en el continente está servida. No hacen falta ejércitos poderosos. Basta con un dominio de la propaganda vertida en las redes sociales para cambiar los discursos y reducir temporal o indefinidamente las libertades de las democracias.

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