Hasta el sábado 18 de enero no vuelve a jugar el Barça. Lo hará contra el Getafe en el estadio madrileño del Coliseum. Serán unas Navidades largas para que el presidente, el entrenador, los jugadores y los socios reflexionen sobre el comienzo de una temporada ciertamente anómala. El equipo ha deslumbrado en el inicio del campeonato para, de repente, caer incomprensiblemente en picado hasta el punto que terminará el año con las mismas derrotas que en toda la Liga pasada.
Ni Hansi Flick ha digerido las tres derrotas seguidas en Montjuïc cediendo nueve puntos que le han descabalgado de un cómodo liderato a la tercera posición liguera. El hecho de que frente al Atlético de Simeone jugara un extraordinario encuentro que merecía una victoria, no es consuelo para nadie. El Barça no tiene vocación del mítico ciclista francés, Raymond Poulidor, que pudo ganar varios Tours de Francia y se quedó siempre segundo. Hay tiempo para devolver al equipo aquella espectacularidad que exhibió ante los más grandes de la Liga y de Europa. Lamine y Araujo ya estarán en plena forma. En la Champions, las posibilidades de quedar entre los primeros ocho son muy asequibles.
Xavi hablaba de que el Barça es un equipo con alma. Pero no le sirvió de mucho a pesar de haber ganado una Liga. La suerte de Flick depende ahora más de los resultados que del buen juego. Puede mantener su crédito en Europa pero sin dejar de disputar seriamente la Liga. Tiene el apoyo de Laporta, que no tendrá prisa en abrir otro frente en sus singulares relaciones con los socios y con la afición. El campo debía ser inaugurado parcialmente el pasado octubre y las estimaciones de los expertos lo prolongan un año más. Esta larga tregua navideña puede servir para hacer un balance integral. También de la gestión.
Publicado en Mundo Deportivo el 24 de diciembre de 2024