El estilo Hansi Flick forma parte de una de las muchas maneras de jugar en la larga historia del Barça
La máquina de Hansi Flick produce goles inesperados con una rotación de jugadores imprevista y continuada. Más que un juego bonito, que lo es, es un juego práctico. De las genialidades irrepetibles del adolescente Lamine Yamal se pasa al oportunismo goleador del veterano Lewandowski.
Flick ha aprovechado el heterogéneo grupo humano que encontró y lo ha puesto a trabajar, a soñar y eventualmente a ganar. Le esperan tres grandes títulos pero no ha conseguido ninguno todavía. Se me antoja que es suave en las formas pero duro en las exigencias. Dicen las crónicas que la puntualidad es una de sus obsesiones inamovibles. Los abrazos fugaces a pie de césped con que recibe a los jugadores sustituidos dan un aire de familia a un conjunto que practica un fútbol fresco, ágil y alegre.
Un crack como Pedri no parece dar importancia a las maniobras de distracción y construcción de juego que ejecuta sin pestañear rodeado de adversarios. El portero Szczesny es una extravagancia de lujo. Ferran Torres se especializa en marcar goles como sustituto en los últimos tramos del encuentro. Ver a este Barça, al margen de los títulos que pueda obtener, es hoy el mejor espectáculo futbolístico de Europa.
El uso habitual del inglés le libra de controversias estériles. Sobriedad y respeto al adversario, a pesar de las muy discutibles decisiones arbitrales. Un contraste con el Madrid de Ancelotti cuyo portero contra el Leganés, Lunin, se le escapó que “tenemos que ganar estos partidos sin ayuda”. Aunque después dijo que se la mal interpretó se refería al descarado arbitraje a favor del Madrid. Todos los partidos serán decisivos hasta final de temporada. El primer reto es mañana en el Metropolitano ante Simeone con un 4-4 en la ida en Montjuïc. Veremos muy buen fútbol pero solo uno pasará.
Publicado en Mundo Deportivo el primero de abril de 2025
