El lenguaje del cambio

Washington

Empieza a fluir un lenguaje nuevo y distinto en este Washington que se prepara para vivir la era Obama en espera de que Bush abandone definitivamente la Casa Blanca el 20 de enero. El guión institucional lo marca así aunque muchas decisiones están implícitamente controladas por los demócratas que vienen.

El lenguaje y el sentido de las palabras son los que marcan los grandes cambios. Sin un discurso tan elaborado y tan memorizado, desde las primarias de Iowa hasta la noche del gran parque de Chicago, Obama no habría llegado a presidente. Muchos blancos le votaron porque no era un negro reivindicativo, enfadado, enfrentado a la comunidad blanca por los agravios de las humillaciones históricas sufridas.

Es un negro que habla el lenguaje de los jóvenes, de la pluralidad étnica y cultural americana, de las mayorías y de las minorías, un lenguaje cultivado en Harvard y contrastado en los miserables suburbios de Chicago.

Considerábamos todas estas cosas en uno de los restaurantes históricos de Washington, el Willard, con un viejo amigo que sirvió en su juventud en el Departamento del Tesoro con el secretario Douglas Dillon, en los años de Kennedy y que observa con perspectiva histórica el cambio profundo que ha salido de las urnas.

El Willard es un hotel presidencial. El presidente Ulises Grant se refugiaba en el bar del lobby del hotel para tomar un buen brandy y hablaba con cuantos se acercaban a él para pedirle favores. En esta sala del Willard nació el concepto del “lobby” político, tan poderoso y tan influyente en Washington.

En este hotel se han hospedado diez presidentes y las barras y estrellas han ondeado en lo alto del edificio que mira al Capitolio y contempla la Casa Blanca desde la Pennsylvania Avenue. En estas salas Mark Twain escribió dos libros y también vieron el paso de Charles Dickens, Buffalo Bill y el primer ministro británico David Lloyd George. Abraham Lincoln pagó su estancia en el hotel con el primer cheque como presidente. El Willard es uno de los más exclusivos lugares de Washington.

Mi anfitrión me recuerda que el entusiasmo de la juventud, la participación de tanta gente en la campaña de Obama, la elocuencia del presidente electo, las ilusiones y temores de tantos americanos, le evocan los tiempos de esperanza de Kennedy.

Estados Unidos sigue siendo una potencia indispensable, pero no única ni tampoco suficiente. La elección de Obama es un mensaje a los americanos y al mundo que no hay soluciones sencillas para situaciones complejas.

El más grave error de la presidencia Bush ha sido el pensar que el hecho de liderar el país más poderoso del mundo le convertía en inhume. Le faltó generosidad y humildad. Recurrió a la fuerza por encima del derecho, pisoteó la dignidad de las personas en Guantánamo y en Abu Ghraib, fue a una guerra justificada por una gran mentira.

Obama tendrá el mismo poder que Bush. Pero llega a la Casa Blanca con la legitimidad de las urnas y con una autoridad moral que le permite volver a la vieja tradición de extender los valores de la justicia, la libertad, la paz y una distribución de la riqueza que produzca un mayor bienestar para la gran mayoría.

La victoria de la guerra fría nos hizo pensar que el mundo era nuestro, sigue el relato de mi viejo amigo, y los ataques del 11 de septiembre de 2001 justificaron que el presidente americano se convirtiera en el sheriff del planeta.

Esta visión unilateral, al margen del resto del mundo, solo y sin escuchar a nadie, ha dado los catastróficos resultados en la política militar, económica y diplomática de los últimos ocho años. Obama llega con nuevas ideas pero, sobre todo, con una actitud muy distinta que ha sido percibida con entusiasmo por la opinión pública mundial en Europa, el resto de América y Oriente Medio.

Los informes que llegan al Pentágono de las zonas más calientes de Oriente Medio son optimistas. La retirada de buena parte de las tropas de Iraq será percibida como una corrección sustancial de la política que derribó una dictadura pero no evitó una guerra entre las facciones del país.

No hemos entrado en un periodo de declive, me asegura mi anfitrión, pero quizás Estados Unidos no volverá a ser lo que pensaba que era en estos últimos años. Los imperios necesitan generaciones para construirse y siglos para alcanzar su ocaso. En todo caso, el poder tendrá que ser más compartido, pensando más en las personas que en la geopolítica, más humanista y más justo.

Pero los problemas y conflictos existen. Obama, aunque fuera perfecto, le espera una temporada con dificultades que no podrá afrontar tampoco en solitario.

  5 comentarios por “El lenguaje del cambio

  1. ///ENRIC///

    Obama me parece un buen montaje, un gran montaje, los demócratas han encontrado un buen actor para representar un guión, todo cuanto ha prometido lo tendrá que realizar y es algo imposible de todo punto, pero eso no lo quiere ver nadie, ya veremos cómo acaba todo este montaje.

  2. Felicidades señor Foix, aunque usted sigue oculatdo a sus lectores una realidad:

    Ya son oficiales algunas de las primeras medidas de OBAMA:

    eliminar las limitaciones impuestas sobre las investigaciones científicas con células madre procedentes de embriones humanos , y eliminar las limitaciones iniciadas contra el uso de fondos públicos para programas de planificación familiar en el Tercer Mundo que incluyan el aborto.

    Imagino que para muchos de sus lectores estos temas tienen poca importancia. Espero que no para todos. Lo dicho felcidades, los asesinatos impunes de los próximos años también son mérito suyo, señor Foix, al menos en lo que respecta en anestesiar al personal vendiendo humo de obama y exagerando la era Bush.

    Puigarnau

  3. Estoy siguiendo con emoción este viaje tan ilustrado de Foix y los no menos ilustrados comentarios de mis compañeros a quienes agradezco sus opiniones, siempre ponderadas, siempre interesantes.

    Un saludo, J.Vilá.

  4. Sr.Foix: Creo que existe una versión que establece que fue a causa de la prohibición de fumar en el interior de la Casa Blanca, prohibición que provenía de la mujer del presidente Ulysses S. Grant,lo que obligó al presidente Grant a ir al lobby (vestíbulo) del cercano Hotel Willard, allí fumaba como un carretero y bebia buen brandy, quienes buscaban influencias políticas comenzaron a aprovechar que el Pisuerga pasaba por Washington para pedirle favores. Hasta no hace mucho tabaco y política iban unidos, pero a causa de la prohibición de fumar en locales públicos la política ya no es lo que era…

  5. No conocía esta curiosa etimología de lobby en su acepción de grupo de presión; es usted un pozo de sabiduría, Sr. Foix. 😉

    A raíz de un asunto personal, que no viene al caso, tuve ocasión de ver de cerca la gestión de una acción de lobby, y debo decir que, en muchos casos, lejos de tener las connotaciones negativas que es España se le atribuye, es una institución que canaliza la participación e interés de los ciudadanos en la gestión de la cosa pública.

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