El revés electoral recibido por Angela Merkel en su distrito de Mecklemburgo-Antepomerania es un grave contratiempo para el partido de la CDU, que nunca había sido superado por la derecha por otra formación. La Alternativa para Alemania, xenófoba y contraria a la inmigración, consiguió el segundo lugar y va ganando terreno en todas las elecciones hasta el punto de que puede entrar en el Bundestag en las elecciones federales del próximo año.
Un aire viciado recorre Europa en todas direcciones. No se acepta al otro, al que llega huyendo de guerras en las que los occidentales han participado de forma principal, se acumulan miles de refugiados en lugares de paso como la jungla de Calais o los espacios insalubres destinados a los recién llegados en Italia, Grecia, España, Turquía…
Este aire viciado no es humanista. Es el miedo. Justificado, ciertamente, por los atentados terroristas que han sembrado el pánico y el miedo en Francia, Alemania y otros rincones europeos. Se ha asesinado masivamente con un camión en Niza, se clavan cuchillos en nombre del Estado Islámico en trenes alemanes o británicos, se envuelve en ropajes cargados de explosivos a niños que no han alcanzado la mayoría de edad.
La reacción más directa no se produce en los decretos municipales prohibiendo el burkini en las playas francesas, sino en las urnas que cada vez que se abren en la Europa central y nórdica muestran el miedo y la indiferencia hacia los extranjeros. Gran Bretaña lo expresó en una campaña con más mentiras que certezas en el referéndum del Brexit del 24 de junio.
Los antiguos países de la Europa del Este son contrarios a la llegada de refugiados. Polonia, Hungría, Chequia, Eslovaquia lo han explicitado en sus políticas de gobierno. La xenofobia en Francia será parte relevante en la campaña presidencial del año próximo.
Lo más paradójico de la derrota de la CDU de Merkel en su propia circunscripción electoral es que se trata del land con menos presencia de extranjeros, 23.000 en el 2015 concretamente.
Merkel ha encajado la derrota y no va a cambiar su política sobre los refugiados, que la ha situado en su nivel más bajo en las encuestas en sus diez años como canciller alemana. No se sabe si volverá a presentarse en las elecciones del próximo año, pero es de esas personas que tienen más madera de estadista que de político que sólo intenta salvarse a sí mismo en las próximas elecciones.
Merkel es partidaria de recibir refugiados por razones humanitarias. El año pasado dio instrucciones para que se acogiera a más de un millón de ellos. Pero también por razones económicas y sobre todo demográficas teniendo en cuenta que Alemania es uno de los países más envejecidos de Europa. Esta llegada masiva de personas de otras culturas, religiones y etnias ha provocado el nacimiento de un partido xenófobo que puede obligar a Alemania a dar un giro hacia la derecha extrema y causar una convulsión política interna con repercusiones continentales.
Ernest Renan, el escritor francés que definió el concepto de nación después de la pérdida de Alsacia y Lorena en la guerra franco-prusiana de 1870, decía que no hay nada mejor en el mundo que el alemán moral, pero nada era tan peligroso como el alemán desmoralizado.
Alemania echó del poder de malas maneras a dos personajes muy relevantes en su historia reciente. El canciller Bismarck, impulsor de la primera unidad alemana, fue despedido por el káiser Guillermo en un acto de pura frivolidad. El canciller Kohl, el que promovió la segunda unificación, fue obligado a dejar la cancillería por unas cuestiones de corrupción del partido. Los que se alegran de la derrota de Merkel en Mecklemburgo parece que han perdido la memoria o no son conscientes del avance del populismo en Alemania.
Un país muy complejo del que han salido las grandes corrientes que cambiaron el mundo en los últimos dos siglos. De Alemania salió el movimiento filosófico de la Ilustración, con Kant y Hegel como impulsores, las corrientes políticas de Marx y Engels en las que se inspiraron los fracasados regímenes comunistas, así como también el intento de la conquista nazi por la fuerza del mundo. En su breve historia, Alemania ha salido más fuerte de las guerras que provocó y perdió causando millones de muertes. Es alarmante que se pudiera repetir la historia.
Alemania ha sido el gran laboratorio del Estado de bienestar en Europa desde los años cincuenta. Lo han hecho la democracia cristiana y la socialdemocracia, los dos partidos que ahora comparten Gobierno en la coalición presidida por Merkel. La estabilidad en Alemania es fundamental para la buena marcha de Europa.
La política económica de Merkel ha sido duramente criticada. Pero no se puede dudar del europeísmo de todos los cancilleres alemanes, desde Adenauer hasta Merkel. Un cambio en este recorrido europeísta sería una catástrofe para Alemania y también para el resto de europeos.
Publicado en La Vanguardia el 7 de setiembre de 2016
«No hagas lo que no quieras que te hagan». Con esto que todo el mundo entiende funcionariamos mejor. No lo hacemos, incumplimos a diario.
Hay veces estas posición dominio y sacas partido otras en posición débil y sufres el abuso. Lamentable.
Les generacions i els costums són diferents.
Sr.Foix: Alemania está envejeciendose a pasos agigantados, las tasas de natalidad disminuyen de forma vertiginosa…necesitan nuevos ciudadanos, a ser posibles con hijos, que garanticen la continuidad de ese estado de bienestar del que tanto se habla…admitir que los refugiados sirios serían la solución definitiva para Alemania, es tanto como admitir que el problema de Siria y de sus ciudadanos no tiene ya solución y han de buscarse la vida, si o si ,en otro país y de forma definitiva…algo que me niego a aceptar…la guerra de Siria tiene varias lecturas…