Es difícil gestionar el genio probablemente más completo de la historia del Barça. Leo Messi habla en el campo, con los pies, con la inteligencia futbolística que fabrica escenarios de gran belleza. Marca goles, bate récords, consigue títulos y no se vanagloria. Si es derribado por un duro encontronazo con el adversario se levanta y calla. Sonríe a veces. Sus ejecuciones de faltas han creado muchos goles de museo. Ha marcado a 35 equipos de Primera División. Al Sevilla le ha endosado 27, al Atlético 25, al Valencia, 22 y al Madrid, 21.
En una de sus escasas entrevistas declaró que “soy una persona muy simple, muy natural, me enseñaron a tener educación, respeto y humildad… me gusta estar con mi familia, soy una persona tranquila”. Está agradecido a Frank Rijkaard porque fue el entrenador que le hizo debutar en el primer equipo. Pero no tuvo mayores problemas con Pep Guardiola ni con Tito Vilanova. Tampoco con su compatriota Tata Martino. Luis Enrique le elogia siempre y en una comparación elíptica con Ronaldo dice que Leo es de otro mundo, de otra galaxia. Las relaciones con sus colegas son normales.
Esta eficacia silenciosa y universalmente reconocida crea desconcierto en el periodismo madridista militante. Al histórico Raúl, héroe merengue, se le ocurrió felicitar a Messi hace cuatro días y las redes sociales blancas le destrozaron. Pero tampoco el presidente Bartomeu, su junta, los muchos portavoces que hablan en nombre del club, los expertos, los intermediarios y la república de tertulianos que llenan tantos espacios audiovisuales, saben cómo tratar a un crack que habla tan poco y maravilla a tantos millones de humanos del ancho mundo. Messi hará lo que más le convenga. Pero no es cuestión de millones de euros, dólares o yuanes.
Pienso que acabará sus días futbolísticos en el Barça siempre y cuando no se considere objeto de persecución fiscal o penal y no entre en un absurdo pim pam pum mediático que, francamente, no se lo merece. Déjenle jugar. Me dicen que su espíritu ganador se manifiesta incluso en las partidas de cartas con amigos.
Publicado en Mundo Deportivo el 17 de enero de 2017
Sr.Foix: Messi es un ejemplo deportivo y de persona…
La mala gestión del contrato de otro crack pasa facturas imprevistas.
Puede estar ahí el meollo de las dificultades de renovación.