Napoleón III fue el último monarca de Francia. Perdió el trono en 1870 tras la derrota de sus ejércitos frente a Bismarck, que declaró la primera unidad alemana en el palacio de Versalles y se quedó con Alsacia y Lorena. Fue presidente de la II República Francesa tras las revoluciones de 1848 y después, en 1852, se proclamó emperador del llamado Segundo Imperio. Era descendiente directo de Napoleón Bonaparte.
Su paso por el poder tuvo efectos reformistas y renovadores de gran importancia para Francia. También se le puede considerar el precursor del extraño fenómeno del político moderno que busca desesperadamente lo que el pueblo quiere, se lo da, y acaba siendo rechazado y muchas veces despreciado por el pueblo al que tanto escuchó y pretendió satisfacer.
La política ha abandonado momentáneamente las instituciones y se ha trasladado a la calle. Los intermediarios entre el líder carismático y la gente corriente parecen haber desaparecido. Los partidos políticos que se han repartido el poder en las últimas generaciones en el mundo democrático occidental están de retirada. No han sabido administrar la complejidad de los cambios ni tampoco afrontar la crisis y nuevas figuras han aparecido sin el respaldo de los partidos hasta ahora mayoritarios.
Donald Trump atacaba en campaña a las élites de Washington mientras se cobijaba bajo el paraguas del Partido Republicano porque era la única forma para llegar a la Casa Blanca. Emmanuel Macron no era hombre de partido hace un año y hoy es presidente de la República con una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional después de las elecciones del pasado domingo. Dos personas sin partido pero pertenecientes a las élites económicas y sociales de Estados Unidos y Francia.
Macron ha improvisado el partido La República en Marcha, compuesto por personas diversas, jóvenes, inexpertas en la política. En la legislatura saliente la media de edad era entre 60 y 70 años, mientras que en la actual se ha rebajado a los 43 años. Nunca se había producido una paridad de hombres y mujeres tan equilibrada como ahora en la Asamblea Nacional.
La victoria de Macron ha inyectado una dosis de optimismo en una Europa que había sido ninguneada por Donald Trump y que parecía condenada a una fragmentación concatenada después de que Theresa May activara el artículo 50 para abandonar la Unión Europea. Si el modelo Macron fuera la panacea, habría que olvidarse de los partidos clásicos y apuntarse al centrismo institucional como la forma ideal para gobernar un país tan complejo como Francia. Pienso que Macron ha sido el hombre adecuado en el momento oportuno que ha orillado totalmente a la derecha extrema y a la izquierda radical, que tienen sólo una representación marginal en la Asamblea Nacional.
Macron ha de gestionar la nueva realidad desde la soledad de su incuestionable victoria sabiendo que los conceptos entre izquierda y derecha no se han borrado y volverán a aparecer a medida que intente poner en marcha las reformas que permitan a Francia ser un país competitivo.
Es evidente que los viejos partidos han sido marginados por la corrupción, la ineficacia y el desgaste de quienes han convertido la política en una profesión y se resisten a abandonarla porque no sabrían de qué vivir. Pero los partidos políticos son necesarios, imprescindibles, para conducir una democracia representativa. No hace falta que sean los mismos. Ni que estén dirigidos por los mismos personajes.
Pero un sistema de partidos consolidados es el mejor antídoto para combatir los populismos y corrientes xenófobas que pueden cobijarse bajo liderazgos fuertes que son otra forma de elites, ya sea económicas, financieras o intelectuales, que intentan saltarse los intermediarios y hablar directamente con el pueblo sin los mecanismos de control que están previstos en las instituciones.
Macron supone, hoy por hoy, una esperanza para los europeístas y para los franceses que quieren caminar junto con Alemania para consolidar el Estado del bienestar a través de la economía social de mercado, la aportación europea más positiva ofrecida al mundo en los últimos años.
Este proyecto abierto y plural, con las ideas democristianas y socialdemócratas, expresadas de forma distinta y con enunciados diferentes, es más importante que nunca mientras que el llamado arco anglosajón –Estados Unidos y Gran Bretaña– parece haber entrado en una deriva proteccionista en un mundo globalizado en el que las fronteras comerciales, económicas y humanas no tienen ya razón de ser. La complicidad entre Francia y Alemania, con sus complejidades democráticas internas, es la respuesta más idónea para que el populismo no avance.
Publicado en La Vanguardia el 21 de junio de 2017
Macron,la,fi,dels,vells
Paertitsx; el ocaso. De los dioses
Gran abStencio
S,ha,de,guanyar el carrer «
…ui !! i tant.. !! FELICITATS SR. FOIX, encara que sigui amb un dia de retard.
Pero, en esto llegaron los líderes, los caudillos, aquellos que eran seguidos por la calle, por la masa, por el pueblo… Y en eso llegaron al poder y su palabra fue la que el pueblo creyó que era la de su clamor, pero… El tiempo demostró que la historia es un círculo que se mueve hacia delante o detrás, no una línea recta de progreso invencible. Que las promesas nadie las puede mantener pues no son ni dioses menores que puedan doblegar el destino, planificar el futuro ni controlar los sucesos.
No somos Dios, y hemos creído que el hombre es omnipotente y sin límites, que se puede salvar por si mismo. No es así, la soberbia de los poderosos y el odio de los explotados no parece acabarse. Ahora la inteligencia artificial no humana tendrá la capacidad que no tiene la especie humana y será la evolución de nuestra especie que no parece saber hacia dónde va, ni que quiere.
Cal llegir Diari ARA: article «ALFONSO GUERRA O LA GRAN FARSA de Ferràn Sàez Mateu. del 20 de juny
( ahir), per saber no, perque ja ho sabem tots, però si per recordar , qui és qui exactament en aquest món dels politics…..esperem que els nous aires socialistes portin aires més nets.
Los políticos profesionales en Francia se quejan de que los nuevos diputados que han dado una mayoría aplastante al presidente Emmanuel Macron no tienen experiencia; porqué vienen de la nada y hasta ahora nunca habían sido elegidos para ejercer cargos públicos.
Hay que preguntarse qué han hecho durante estos últimos años los viejos representantes de la Asamblea Nacional que han permitido el deterioro social y económico del país a niveles inimaginables en la patria de la “Liberté, Égalité, Fraternité”, mientras se beneficiaban personalmente tanto como podían con los presuntos empleos ficticios para sus familiares, pluralidad de empleos en la administración, regalos (trajes a medida y relojes de alta gama) sin declarar; recibidos de gente adinerada seguramente buscando un trato de favor para sus negocios.
Sí, hemos de defender a los partidos. Indudablement son muy necesarios para salvaguardar la democracia. Pero me pregunto cuando se desprenderán de tanta gent indeseable que los integra, especialmente en España.
totalmente de acuerdo
Totalment d’acord Josep V
Feliç onomàstica Sr Foix!!
Me sumo a la felicitación Àfrica, Muchas Felicidades Sr.Foix!!!…
Felicitaciones también.
«a medida que intente poner en marcha las reformas que permitan a Francia ser un país competitivo.»
…. destruyendo el «Code du travail», sola defensa del débil contra el fuerte.
On verra bien !
Mònica Terribas: «Comprar urnes és un delicte?»- Fiscal Sánchez Ulled: «Comprar una pistola és delicte. Depèn. Hi ha molts factors». Suposo que Joan Tapia i Lluis Foix criticaran al fiscal per parlar d’armes a una pregunta sobre urnes. Es el fiscal que diu que a Espanya ningú és jutjat per motius politics
en la futura república catalana pondremos a los periodistas considerados desafectos al independentismo castigados y de cara a la pared hasta que aprendan qué es lo que como buenos catalanes tienen que criticar y qué no.
Sr.Foix: muchos partidos se han ganado a pulso el descrédito que existe actualmente hacia ellos…