Los partidos son una parte de la realidad política. Por eso se llaman partidos y representan posiciones propias sobre los intereses que representan. Cuando esos partidos deciden legítimamente aliarse para gobernar un país son conscientes que el todo es una suma de las partes pero que las partes no pueden imponerse sobre el todo.
Un gobierno de coalición vive en debate interno continuo llegando a acuerdos que luego son compartidos por los socios pensando más en el bien general que en las posiciones particulares de cada formación. El problema se plantea cuando se entra en periodo electoral y cada partido tiene la necesidad de recuperar su perfil propio con objeto de revalidar la confianza de sus respectivos electores.
En esta situación nos encontramos en Cataluña que será convocada a las urnas antes de ocho meses. Cada día que pasa serán mayores las discrepancias en el seno del gobierno en cuestiones tan importantes como el trato que merece la inmigración, la reorganización territorial del país con una ley de veguerías encallada, una ley de educación que no ha recibido el apoyo de todos los miembros del tripartito, un presidente Montilla que ha tenido a última hora que sumarse a las tesis contrarias al cementerio nuclear en Ascó y otras discrepancias que irán surgiendo a medida que se acerque la campaña electoral. El tripartito de Maragall no pudo agotar su mandato y convocó elecciones poco después de invitar a Esquerra Republicana a que abandonara el gobierno.
El presidente Montilla tiene la facultad de convocar elecciones anticipadas o bien agotar la legislatura si sigue gozando del apoyo de sus socios. Las dos opciones son arriesgadas. La primera sería reconocer que el actual tripartito tampoco ha sido capaz de llegar hasta el final. La segunda sería someterse a nuevas e inesperadas tensiones que se presentarán en los próximos meses en los que los intereses de los partidos serán prioritarios a los de la gobernabilidad del país en tiempos de una grave crisis económica a pesar de que el conseller Castells diga que se detectan síntomas de recuperación.
Se trata de meses, antes o después del verano. Los gobiernos de coalición suelen disolverse anticipadamente para evitar que la campaña electoral se haga desde las voces disonantes del ejecutivo. Pienso que para el bien del país cuanto antes se convoque a las urnas, mejor.