El periodista Enric Prat de la Riba es menos conocido que el que puso los cimientos de muchas de las transformaciones que cambiaron Catalunya ahora hace poco más de un siglo. Antes de ser el primer presidente de la Mancomunitat (1914), un joven Prat de la Riba escribió cientos de artículos que dibujan su pensamiento catalanista, que consistía básicamente en hacer las cosas bien, pensar en el futuro y encontrar, desde la nación catalana, una forma racional y efectiva de entenderse con España.
En una selección de sus artículos publicados mayoritariamente en La Veu de Catalunya y editados por la Biblioteca de la Lliga Catalana en 1934, un libro que me facilitó el librero y bibliófilo Josep Maria Marca, se detectan situaciones similares a las de hoy en las que Prat reflexiona sobre las salidas al entonces y ahora conflicto latente entre las visiones contrapuestas que se tienen sobre España desde Madrid o desde Barcelona.
En un artículo publicado el 3 de abril de 1899, un año después de la pérdida de Cuba, Prat advierte que “guárdese el gobierno de sacrificar a un interés político del momento el cumplimiento de sus promesas descentralizadoras, guárdese de regatear concesiones autonómicas y guárdese también de falsearlas si no quiere ser responsable de otra catástrofe”.
Prat escribe de forma sobria pero muy clara. Razona y se pone en la piel de los atribulados gobiernos alternantes de aquella Restauración que intentaba curar las heridas de un siglo desastroso. Tenía 29 años y ya era un activista pragmático, ordenado y lúcido.
En el mismo artículo dice que los catalanes no serán separatistas mientras Catalunya se encuentre bien dentro de España, mientras encuentre buen gobierno y recta administración, mientras pueda desarrollar sus proyectos sin trabas que la neutralicen, sin recelos y desconfianzas que la ofendan, sin inspecciones y tutelas que la humillen.
Han transcurrido 120 años y las palabras de Prat de la Riba tienen vigencia. Catalunya, dice, tiene muy desarrollado el sentido social y sabe apreciar tanto como cualquier otro pueblo las ventajas de vivir en sociedad con otros pueblos.
Termina el citado artículo con esta afirmación: “Las tempestades separatistas de las que habla la prensa de Madrid no existen, pero el gobierno tiene en sus manos el provocarlas; que sigan las tradiciones
de la vieja política española y cuando querrán detenerlas ya no estarán a tiempo”.
En otra nota publicada el 3 de noviembre de 1909 habla de la “semana roja” refiriéndose a la Setmana Tràgica, que se saldó con una violencia revolucionaria en Barcelona. Que no olvidemos, dice, la triste experiencia, porque el mayor enemigo de Catalunya, de su prosperidad, de su futuro, de su grandeza, es el radicalismo.
Todos los movimientos del catalanismo político, desde las Bases de Manresa (1892) hasta la fugaz ruptura unilateral que se juzga estos días en el Tribunal Supremo, se produjeron en el marco de la lógica política española. Así ocurrió con la declaración de la República en 1931, el Sis d’Octubre de Lluís Companys en 1934 y todas las reivindicaciones de Pujol a lo largo de sus 23 años en la Generalitat. El Estatut del 2006 también se situaba en el marco de las instituciones españolas, como demostró la sentencia del Tribunal Constitucional que pasó la garlopa –Alfonso Guerra dixit– por muchos artículos que habían sido aprobados siguiendo todos los requisitos previstos por las leyes, incluido el referéndum en Catalunya. Aquella sentencia no se entendió por considerarla injusta y a destiempo, y empezó a producirse la desafección de la que en su momento advirtió el president José Montilla.
Se abrió el camino hacia la independencia. Primero Artur Mas de manera elíptica, insegura, de la mano de la CUP, que lo envió al basurero de la historia. Y luego Carles Puigdemont de forma clara y sin complejos. La declaración unilateral fue una irresponsabilidad porque se sabía que el Estado no la aceptaría y también que no sería reconocida por la comunidad internacional. En cinco años, como recuerda Duran Lleida en sus memorias, se optó por la ruptura sin valorar las consecuencias.
No sólo ha saltado por los aires la vieja CiU sino que la misma Convergència ha sido laminada por la voluntad de una sola persona, Carles Puigdemont, que desde Waterloo pretende controlar la política catalana y obstaculizar la española. Las listas para las generales del 28 de abril indican que pretende seguir adelante con la confrontación con el Estado, ha dicho que así se va a internacionalizar el conflicto, y finalmente hace un pulso con Oriol Junqueras para saber quién tiene más fuerza dentro del independentismo. Sospecho que Prat de la Riba no se lo hubiera imaginado nunca.
De todas formas, falta el pequeño detalle de saber qué dirán las urnas el 28 de abril y el 26 de mayo. Una cosa es hacer listas y otra muy distinta es ganar elecciones.
Publicado en La Vanguardia el 13 de marzo de 2019
REsulta interesenta analizar en detalle las declaraciones del sr.Trapero https://www.lavanguardia.com/politica/20190315/461033370836/revista-de-prensa-trapero-heroe-traidor.html
Gràcies Sr. Foix. Una lliçó més d’història contemporànea que ens permet conèixer i analitzar millor el que ens està passant.
No obstant fa més de 100 anys les implicacions externes (màfies russes/xines… gran capital, etc) no interferien tant en processos locals ( o a mi m’ho sembla).
El «nostre procés» va més contra l’estat del benestar d’Europa que de la independència de Catalunya.
Salut a tots!
Dolors Manté i Bartra, estas molt encertada. Tens la ment molt clara.
Política y moral
Por Lluís Rabell: «cuando la moral abstracta sumerge a la política, el fanatismo somete con frecuencia a la libertad y acaba con la democracia»…Desde luego, el prolongado encarcelamiento de los líderes independentistas y los términos en que se plantea su enjuiciamiento no ayudan a serenar los ánimos, ni a superar el clima de crispación. Pero tampoco lo hacen los relatos que incitan a abordar las cosas desde una pretendida superioridad moral. La política, arte de gestionar y transformar la convivencia humana, necesita el sustento de la ética y la moral, entendidas como un sistema de principios y valores que informan la acción individual o colectiva. No debería haber política sin moral. Pero, cuando la moral abstracta sumerge a la política, el fanatismo somete con frecuencia a la libertad y acaba con la democracia.
Pero este juicio tiene un enorme calado político. En él se dirime algo más que una sentencia. Se está librando también una batalla por “el relato”
El pueblo, entendido como el conjunto total de catalanes de una y otra ideología, ya no dice nada nuevo, todo es viejo, pura repetición, aburrido de por si. Tan viejo y repetitivo que comienza a ser muy fácil adivinar qué pasará después de las elecciones. Unos perderán su status: habían conseguido puestos singulares en la administración para ellos y sus familias y amigos, puestos que pronto perderán.
Los otros, que a su manera sienten y sentimos gran amor por Catalunya, seguiremos con la misma estima por este país y sus tradiciones, sus leyes, sus equivocaciones de siempre. Así lo veo y así lo expreso.
Gracias de nuevo por su artículo, Sr. Foix, periodismo sano y oportuno.
Duran, dice cosas mas duras de Puigdemont…no se que de la luna..
La verdad ser independentistas para hacer las cosas mejor aqui, hasta uno se podria apuntar, pero la realidad es que aqui se han realizado grandes chapuzas y desastres.
La verdad buscar razonamientos de opresión por parte de España, en una de las regiones mas ricas,avanzadas y prosperas de Europa cuesta de digerir.
Su artículo es una descripción de que estamos en el mismo nudo gordiano de siempre. Así las cosas no se atisba solución. El pueblo decide, pero esto es una ilusión platónica. Las personas somos manipulables y solemos actuar movidas por las emociones más que por la razón. El 47-48% que votan a los partidos indenpendentistas no aceptarán un nuevo Estatut, lo verán como una pérdida, y la psicología cognitiva ha mostrado que nuestra aversión a la pérdida es mucho mayor que a la ganancia, en este caso de un pacto. Será más fácil mantener esos votos y que se los lleve el Sr. Puigdemont, que propone combate y épica, que el Sr. Junqueras. La verdad no tengo ni idea de lo que pasará, me inclino más por la incertidumbre ya que lo que llamamos pueblo no existe como una unidad uniforme y es manipulable.
Excelente y amplio artículo.
Ante las próximas y variadas elecciones, TODOS (sin excusas) tenemos la posibilidad de escoger a los que nos dirijan políticamente. Aunque en este plazo de tiempo aún veremos muchísimas barbaridades.
Royo acabó reconociendo que las personas que se desplazaron a Cataluña «querían estar en estas fechas para ver lo que sucedía». Como, a su entender, no eran observadores, Royo negó pago alguno por este concepto. Su versión choca con las propias publicaciones de Diplocat en los meses más duros del ‘procés’, en los que sí presentaban a estos «visitantes» como «observadores internacionales».
Sr. Foix : Una vez mas, estoy de acuerdo en todo lo que Vd. nos dice en su talentudo y documentado artículo de hoy… » De Prat de la Riba a Puigdemont «.
La mentalidad de Puigdemont es la antitesis de la mentalidad de Prat de la Riba.
Pienso que, presuntamente, NO VIVE LA REALIDAD.
Y a propsito … ¿ Quien paga el millonario gasto de su estancia en Waterloo ?
Esperemos a saber que dice el pueblo.