El Barça atraviesa las turbulencias propias de un cambio de ciclo. Los tripletes y los títulos habrá que trabajarlos con distintos actores y en circunstancias más adversas. El buen fútbol, además, se ha democratizado en el sentido que hay poquísimos equipos que sean campeones natos. Lo vemos en Italia, en Inglaterra siempre ha sido así, y este año la Liga ya no está predeterminada para que la ganen el Barça o el Madrid.
El coronavirus ha cambiado también la financiación de los clubs. Y en el caso del Barça se está en pleno interinato en espera de las elecciones del 24 de enero y de los proyectos que va a aplicar el candidato ganador. La temporada a estas alturas es más que aceptable, con la calificación para los octavos de Champions y con un ensamblaje de veteranía y juventud que Ronald Koeman está configurando con bastante acierto.
La pregunta que me permito formular a los candidatos es si la continuidad de Koeman dependerá de quién sea el nuevo presidente. El neerlandés está consiguiendo recuperar el poder que Gerard Piqué admitía que lo tenían los jugadores “porque otras personas no han querido ejercerlo”. En mi opinión, Koeman no solo ejerce el poder sino también la autoridad, aquella cualidad que en la antigua Roma equivalía a que un tutor fuera respetado por sus pupilos.
Nadie es imprescindible en una institución que cumple 121 años. Pero sería inteligente por parte del nuevo presidente que no hiciera experimentos precipitados respecto a la dirección técnica y humana del entrenador.
Publicado en Mundo Deportivo el primero de diciembre de 2020
Sr.Foix: saber que Messi tiene los días contandos en el Barça ha generado un cambio de poder en el vestuario…y Koeman lo sabe…
Con Laporta se nos ira al menys el muermo que portem.