El fútbol ha entrado en el segundo año sin público presencial. No conozco estudios si han aumentado o disminuido las audiencias de radio y televisión. En todo caso, las emociones son lejanas del lugar de los hechos y la pasión es administrada desde la soledad o la pequeña burbuja familiar ante el televisor. El balance económico es necesariamente negativo y, por lo tanto, acabará teniendo un efecto a la baja en la política de fichajes multimillonarios.
El virus no ha podido detener el fútbol pero sí que lo ha desvirtuado con la ausencia de la afición que estimulaba a los jugadores, auditaba sobre la marcha y con griterío a los árbitros, protestaba por la decisiones injustas del VAR o se dirigía airadamente al palco presidencial. El juego se ha vuelto más tecnológico y menos humano.
Luis Enrique transmitía su pánico desde la capital de Georgia donde se pudo truncar la participación española en el Mundial de Qatar. Un Mundial que, como el reinado de Witiza, se presenta oscuro e incierto por motivos climáticos, de calendario y presiones políticas diversas. La digitalización de la afición global será la gran aliada de los organizadores que cuentan con la pasión lejana del público mundial.
La pandemia, en todo caso, modificará a la baja los presupuestos de los clubs en los próximos tiempos que tendrán que ajustar sus plantillas a sus posibilidades reales. Los ingresos por los contratos televisivos no serán tan estratosféricos. Lo más probable es que el fútbol no se resienta pero sí que cambie el ámbito de negocios, comisiones, fichajes desmesurados alrededor de los grandes clubs.
Publicado en Mundo Deportivo el 30 de marzo de 2021
Explotación laboral y miles de trabajadores fallecidos: los cimientos del Mundial de Qatar 2022
Poco pan y pesimo futbol.