Las escenas del aeropuerto de Kabul son las de la derrota, la decepción y la impotencia. Muchos imperios de la historia han tropezado con la resistencia de pequeños ejércitos o tribus que han desafiado la superioridad de una gran potencia.
Se da la paradoja de que después de veinte años de guerra en Afganistán los talibanes a los que se derrocó en 2002 tienen más poder hoy y controlan más territorio que entonces. Donald Trump pactó con los talibanes que retiraría todas las tropas el primero de mayo pasado. Joe Biden se comprometió a respetar el acuerdo y puso como límite el 31 de agosto.
Todo se ha precipitado. Los talibanes llevaban años infiltrados en la sociedad afgana amenazando a los que han colaborado con las fuerzas occidentales lideradas por Estados Unidos. Han impuesto el miedo preventivo y han ido ganándose adeptos en un pueblo que desde que los soviéticos invadieron el país en 1980 no ha vivido en paz consigo mismo ni con sus vecinos.
La caída de los talibanes no convirtió Afganistán en una democracia. Estados Unidos ha invertido miles de millones de dólares en la reconstrucción del país y también para disponer de un sistema comparable a una democracia. El presidente Eisenhower advirtió al abandonar la presidencia en 1961 que había que vigilar el peso que podía adquirir el complejo militar industrial de Estados Unidos. Ni su sucesor Kennedy ni el resto de presidentes hasta Joe Biden han podido detener los presupuestos de defensa que han crecido en cada mandato, republicano o demócrata.
Los gastos militares en la seguridad nacional forman parte del dinamismo de la economía norteamericana. La guerra fría se ganó por la desproporción entre la capacidad militar de Washington frente a la apuesta armamentista del Kremlin. Para defender un imperio hace falta disponer del ejército suficiente para controlar los puntos conflictivos en el mundo.
Ahora se cumplirán veinte años de los atentados más sangrientos sufridos por Estados Unidos en su territorio. Mientras los aviones atravesaban y derribaban las torres gemelas de Nueva York unos 900.000 marines velaban por la hegemonía imperial norteamericana, situados en portaaviones, bases y centros estratégicos neurálgicos. Aquella tragedia significaba, entre otras cosas, que ya no era suficiente la superioridad militar para combatir a enemigos que utilizaban el terror. Un ratón hizo caer al elefante. El ratón siguió actuando como tal y el elefante, también.
El resultado es que unos ochenta mil talibanes han conseguido en pocas semanas ocupar las ciudades y la capital de Afganistán en la que un gobierno corrupto y frágil era protegido por las armas más sofisticadas producidas en Occidente y en particular en Estados Unidos.
Se irán los americanos, con más vergüenza que honra, y volverán a surgir nuevos conflictos para que la capacidad militar del país pueda ser puesta a prueba de nuevo.
En mi primer viaje a Afganistán en 1980, nada hacía pensar que aquella invasión del coloso soviético acabaría con un fracaso estrepitoso para Rusia que empezó a desmembrar su imperio en la última intentona de engrandecerlo con una nueva invasión al sur. El testamento de Pedro I el Grande aconsejaba a su sucesores que no pararan hasta poderse bañar en las aguas suaves del Golfo Pérsico.
De aquella invasión y de los más de dos meses que pasé en el país me quedó en el imaginario la situación opaca y escondida de las mujeres que caminaban por las calles de las ciudades envueltas en mantos y burkas que escondían del todo su cara. Los soviéticos no se metieron mucho en cambiar el estatus de la mujer afgana pero les dieron un poco más de libertades.
Fueron los talibanes que se organizaron para expulsar a los soviéticos, con la ayuda de los norteamericanos, los que aplicaron la ley islámica radical y privaron nuevamente a las mujeres de gozar de los derechos humanos más elementales. Al derrocar a los talibanes la mujer volvió a asomarse a cara abierta con la vida al amparo de las fuerzas de Estados Unidos. Así ha durado más de veinte años. Hemos visto periodistas, políticas, universitarias que habían regresado al papel que les corresponde en toda sociedad libre.
Una de las advertencias de los nuevos talibanes ha sido que se dará libertad a la mujer pero siempre observando la ley islámica, es decir, volviendo a la oscuridad de la vida oculta por una ley que no puede ser aceptada por ningún tribunal de derechos humanos.
Kabul VS Europa https://articulosclaves.blogspot.com/2021/08/kabul-y-el-fin-de-la-historia.html
https://actualidad.rt.com/programas/keiser_report/401809-pivote-geografico-afganistan-china-iran
No se lo pierdan. Todo es «chicha» pero la entrevista a partir del minuto 12,37 es del todo interesante.
Qué mal todo…..dan ganas de pedir parar el mundo y apearse.
tampoco es eso Africa xD
Excelente
La segunda lectura de la misa catolica de hoy domingo es la Lectura de san Pablo a los cristianos de Efeso (Ef 5,21-32) es una autentica encerrona para el oficiante cuando tiene que comentarla en el sermon.
«…que las esposas se sometan a sus maridos…» etc ya me diran Vds con los tiempos que corren como se puede coger esto, ni con pinzas. Solo contextualizando en el tiempo en que fue dictada y escrita esta carta podemos sacar algo de lo extemporaneo de todo el redactado.
Bien. Todo esto es pecata minuta con el panorama que en pleno siglo XXI se nos presenta en Afganistan con el renacido poder taliban. La mujer como tal pasa a ser un cero a la izquierda, una nulidad.
Hay que ver 20 años despues de la irrupcion del sheriff USA como ha revuelto el panorama.
Que verguenza, que pena, que desastre.
De aqui al 31 de este mes aun iran contemporizando cara a los medios y cumpliendo lo acordado con los norteamericanos de dejarles salir del pais.
Aun asi ya se ven escenas escalofriantes y lo que viene es fatal.
Putin de alguna manera ya vocea lo que antes se llamo la doctrina Estrada, eso es que cada pais se construya o no su democracia si la quiere pero que no intervengan terceros.
Es dificil con lo globalizado que esta todo, pero hacer el lonchas como han hecho los norteamericanos es demencial.
China y Rusia por este orden insisto, seguiran haciendo crecer su liderazgo y sin el fachendismo USA y occidental en general.
Occidente tiene un gran problema, dificil de resolver. Salud.