España se ha asomado a la relevancia internacional de la que ha estado discretamente ausente desde que las prioridades se centraron en las habituales trifulcas internas debidas a la fragmentación parlamentaria y a la crisis territorial planteada por el independentismo catalán.
Joe Biden ha levantado la incomunicación personal a la que había sometido a Pedro Sánchez durante más de nueve meses. Han hablado y han pactado utilizar las bases norteamericanas en Morón y Rota para facilitar la evacuación humillante de personal militar, administrativo y asistencial que se encuentra bloqueado en el aeropuerto de Kabul.
El presidente Biden atraviesa el momento más duro de su mandato. El caos que reina en Afganistán y el pacto de retirada de las tropas que han permanecido veinte años para derrotar a los talibanes no son responsabilidad suya. Tampoco fue su iniciativa el insólito gesto de Donald Trump de pactar directamente con los talibanes la retirada de las tropas en las postrimerías de su mandato.
Las victorias tienen muchos padres, y las derrotas son huérfanas. Es Biden quien tiene que gestionar la derrota de una guerra que estuvo justificada, y aprobada por las Naciones Unidas, para responder militarmente a los atentados del 11 de septiembre del 2001. Ha sido la guerra más larga librada por Estados Unidos, en la que unos millares de talibanes vencieron a la primera potencia militar del mundo y a los aliados de la OTAN. Se ha demostrado una vez más que para derrotar a un enemigo no basta con la fuerza, sino que hace falta dominar las complejas artes de la guerra explicadas por Von Clausewitz. Los victoriosos se erigirá nuevamente como un factor de desestabilización y una amenaza para la civilización occidental.
Los talibanes lo hicieron una vez y pueden repetirlo. La confrontación de la yihad con lo que representa Estados Unidos tiene componentes de guerra cultural y de guerra santa. El hecho de haber entrado en Kabul casi paseándose y tener sitiado el aeropuerto por el que quieren huir miles de occidentales y afganos cuya vida corre peligro indica la magnitud de la derrota tanto militar como moral. Eso explica el desconcierto en Washington y en las capitales aliadas.
Pedro Sánchez ha aprovechado estos últimos días de agosto y se ha puesto al servicio de la operación salida de Kabul obligando a Joe Biden a que le tuviera en cuenta. Esta reconciliación política personal tiene consecuencias para la revalorización española en Estados Unidos y en la Unión Europa.
Una primera consecuencia fue la visita a Torrejón de Ardoz de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, y del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, para agradecer a Pedro Sánchez que España fuera uno de los puntos de salida más importantes de la vergonzosa retirada de los vencidos de Kabul. Lo más relevante de esa reunión de urgencia fueron las palabras de Von der Leyen al proclamar que “España es un ejemplo del alma europea”. Habría que saber lo que es hoy el alma europea. Pero no consta un elogio tan explícito desde que en 1986 se firmaron los tratados entre España y la Unión Europea.
Sánchez es un espabilado y oportunista que aprovecha cualquier viento que sople a favor para desplegar las velas y avanzar mar adentro, a pesar de tener un terreno político interno plagado de minas que le explotan día sí y día también.
La oposición de Pablo Casado tiene que controlar al Gobierno, pero es una temeridad que en temas de Estado no establezca pactos sólidos de los que el mismo Partido Popular de Pablo Casado saldría beneficiado.
Cuando Felipe González visitó a Reagan en 1983 tras haber ganado las elecciones con el eslogan de “OTAN, de entrada, no” volvió reconvertido en un atlantista y preparó el referéndum de 1986, que ganó por un estrecho margen. Pero fue a partir de aquella apuesta que no estaba en el programa electoral cuando España se incorporó a los organismos internacionales de los que había estado ausente durante siglos. Bien está lo que bien acaba, dice el título de una obra de Shakespeare.
La derrota en Afganistán cambiará el tablero político en Asia central, en Rusia y en China. Hacer predicciones es inútil. Pero me parece positivo que España se comprometa, en la medida de sus recursos, para ser fiable entre los socios europeos y con Estados Unidos.
Publicado en La Vanguardia el 25 de agosto de 2021
Son interesantes las reflexiones sobre Felipe González y Ronald Reagan en 1983 y, en el artículo del día 15, los comentarios sobre las guerras de Afganistán de los siglos XlX y XX. Tambén encuentro relevante la mención de las negociaciones de Trump con los talibanes para acordar la retirada de las tropas.
Ha realizado lo que tenia qeu realizar, tampoco hay que ponerle por ello muchas medallas. Si quiere rehacer el tiempo perdido aun le queda mucha tarea en Europa y con EEUU
La flor en el culin del guaperas total cada dia es mas fermosa y oronda.
Mal debe estar el panorama cuando Ursulina pone a españa como ejemplo del alma europea y el anciano de la Casa Blanca que hace no_nada huida de Pedrito cual si este fuera un vendedor de enciclopedias, le llama para agradecerle el aparcadero de derrotados en Iberia.
Tot plegat Sr. Foix te un tuf de cagarela tremendo i amb la calda que fa ja em dira voste…
Muy buena jugada la de Pedro Sánchez