Las guerras se cuecen despacio, con mucha propaganda, amenazas veladas, exhibición de fuerza y todo el ambiente enrarecido que precede a un gran conflicto. Las dos guerras mundiales del siglo pasado estallaron por el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo en 1914 y por la invasión de Polonia por Hitler en 1939. Aquellos hechos concretos fueron la cerillas que encendieron dos grandes hogueras humanas.
Cuando los soviéticos invadieron Afganistán en las Navidades de 1979 parecía que la Unión Soviética había ganado la batalla militar e ideológica. Jimmy Carter era un presidente buenista que tenía a toda la delegación diplomática secuestrada en Teherán y había fracasado en su intento de rescatarlos a la fuerza. Breznev entró en Kabul para quedarse con diez batallones que cruzaron los Himalayas y acamparon en los puntos neurálgicos del país. Aquella decisión fue el cementerio del imperio soviético. Como lo fue también para los norteamericanos y previamente lo había sido para los británicos que perdieron tres guerras en Afganistán en el siglo XIX . Es mejor no tocar Afganistán, si nos atenemos a la historia.
Putin, 69 años, controla el poder con autoridad y sin escrúpulos en un régimen sin libertades. Su objetivo fundamental es recuperar todo o parte del imperio cuarteado al romperse la Unión Soviética en 1991. No juega al póker sino al ajedrez. Ha tejido la alianza militar con cuatro países del entorno geográfico de Rusia. Tiene sometidos los regímenes de Bielorusia y de Kazajistán. Se quedó Crimea con un zarpazo en 2014 y controla dos provincias de Ucrania donde la cultura y la lengua rusas son mayoritarias.
Putin observa al viejo enemigo de la guerra fría sin complejos. La presidencia de Donald Trump y su “América primero” debilitó el liderazgo occidental. Joe Biden ha vuelto a la escena internacional con un país dividido y con una Alianza Atlántica desconcertada. Piensa que es el momento de recuperar Ucrania.
Los cien mil soldados acampados en la frontera entre Rusia y Ucrania alarman a Estados Unidos y a Europa que no pueden tolerar un nuevo cambio de fronteras en Europa central y oriental. No hay ganas de luchar en Occidente, como no la había en las dos guerras mundiales del siglo pasado. Pero si Putin entra en Ucrania con tropas, muchas o pocas, invadiendo un país soberano, el conflicto es más probable. El Kremlin juega la baza de la energía que consume Europa y que viene de la Rusia profunda.
Las guerras empiezan por incidentes que parecen poco relevantes. Pero una vez se mueven las piezas militares se entra en una espiral de terror y violencia cuyo final es impredecible. Es urgente evitar que las tropas rusas crucen la frontera. Si Putin da este paso puede ser muy doloroso y perjudicial para Europa y Estados Unidos. Pero igualmente catastrófico sería para Rusia y para Putin. La cuestión dramática es que para Putin y para muchos rusos, la recuperación de Ucrania bien vale una guerra. No se olvide que fue en Kiev donde nació el gran Rus y la fundación de la Rusia.
Gas.
Solo gas.
Si tienes gas, tienes independencia. Si no, eres dependiente del que tiene la mano en el grifo.
Es la gran trampa de los hidrocarburos: una energía barata, si la tienes. Si no la tienes y no la puedes comprar es más barato hacer una guerra que buscar fuentes de energía diferentes (no «alternativas», que es una palabra que no tiene plural).
La conspiración de la Standard Oil y Henry Ford todavía dura.
Y que Putin sea un aficionado al ajedrez le honra y nos honra a todos los «escaqueados» Por cierto el domingo empieza la liga interclubs de la Catalana. Alli estaremos dandole al enroque y maravillandonos con la cantidad de gente joven y infantes que dominan con toda naturalidad el juego mas aristocratico de los juegos de mesa.
Para ambientarme estoy leyendo «Novela de ajedrez» de Stefan Zweig.
No es «la recuperación de Ucrania» sino que cese la presión sobre el Donbas y se acepte que es ruso al igual que Crimea. La opinión pública internacional ha de favorecer un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania que reconozca las verdades históricas y que por tanto no suscriba los delirios ucranianos ni la retórica ignorante de los propagandistas de la OTAN. Es una vergüenza y un peligro que la OTAN sea quien marca la posición de la UE y de EEUU. Putin puede aceptar perder Ucrania pero no puede aceptar perder el Donbas o Crimea que todo el mundo -excepto al parecer la OTAN- sabe que son tan rusos como algo pueda ser ruso.
Recuperar la URSS, a los satelites, con lo bien que estan sin su centralismo, dudo que las que quedan libres se dejen…Ucrania si esta en el filo de la navaja, la geoeconomia y la geopolitica es muy complicada, pero si hubiese una alternativa al gas ruso, la partida de ajetrez estaria mas equilibrada.
Producir y consumir armamento esto es lo que mola y si se dejan 85000 millones de dolares en Afganistan les da lo mismo. El sheriff USA tiene que procurar no alarmarse tanto que le cogera un soponcio de tanta hipocresia y cinismo. Que dome a los bisontes bipedos que entran el el Capitolio y que deje de dar el cognazo por donde nadie lo llama.
Y de China o en parlem Sr. Foix?
Despues de no se cuantas crisis y cangelos planetarios, China se quedara Taiwan y rusia Ucrania y Europa a plaudir y a respirar fondo que son cuatre dias.