Habrá un día después tras los desgarradores enfrentamientos en la parte más oriental de Europa, la que De Gaulle definía que empezaba en Lisboa y acababa en los Urales. Ucrania es europea y Rusia, cuando se compromete con los criterios que han configurado la civilización occidental, también lo es de pleno derecho.
Es cierto que la libertad no ha existido en Rusia ni en tiempos zaristas, ni bolcheviques, ni estalinistas ni posbrezhnevianos. El paréntesis de Mijaíl Gorbachov y Borís Yeltsin fue borrado por Vladímir Putin, que en este siglo ha hecho una Rusia de acuerdo con sus ambiciones personales y su idea imperial del poder que expuso claramente cuando empezaron a caer los misiles sobre ciudades ucranianas hace menos de dos meses. Esta Rusia de Putin no es europea ni en sus aspiraciones culturales, liberales y democráticas.
Los daños materiales causados por intensos bombardeos sobre población civil, los más de diez millones de desplazados, cuatro de los cuales han abandonado el país por razones de seguridad personal, familiar o colectiva, son reparables. Lo que tardará tiempo en recuperarse es la secular fraternidad desconfiada entre Rusia y Ucrania, que ha saltado por los aires en solo dos meses de una guerra no provocada y, como todas las guerras, muy cruel.
Las visitas de Ursula von der Leyen y Josep Borrell a Kyiv paseándose por las calles al lado del presidente Volodímir Zelenski son una muestra de que el final de esta dramática historia de guerra no está escrito todavía. La visita de Boris Johnson a Kyiv se puede leer más en clave de civilización europea, atlántica, que británica.
Europa ha vivido tiempos de angustia que emocionalmente se parecen a los que Paul Valéry captaba en 1945 cuando decía que “nuestra esperanza es vaga, nuestro temor preciso”. Si cayera total o parcialmente el edificio europeo, volveríamos a los intereses supremos de los estados que se enfrentarían entre sí en conflictos interminables y devastadores. O propugnamos una Europa más democrática, con unidad fiscal, bancaria y política, o Europa va a ser cada vez más débil a pesar de su gigantesca fortaleza. O más Europa o ninguna Europa, es una conclusión que cabe extraer de la unidad, la Hungría de Viktor Orbán aparte, de lo que ha ocurrido desde el 24 de febrero cuando prácticamente todos los gobiernos de la Unión Europea entendieron que la guerra de Putin contra Ucrania era también una guerra contra la estabilidad y la potencia democrática e integradora de Europa.
Hay que pensar, ciertamente, en el día después de esta tragedia, que dejará unas cicatrices profundas en la parte más oriental de Europa. Y ello nos debe estimular en el propósito de no olvidar que esta patria de la memoria que es Europa tiene que reiniciarse para poner las bases de una nueva dinámica de funcionamiento que cabría reafirmarse con más eficacia política, menos criterio funcionarial y mayor potenciación de una Europa federal para neutralizar los daños colaterales del nacionalismo de los estados.
Los resultados de la primera vuelta de las elecciones de Francia, el avance de los nacionalismos identitarios y exclusivos, los buenos contactos que los movimientos radicales de derecha y de izquierda han tenido con Putin, aconsejan a fortalecer los vínculos económicos, culturales y federales de las estructuras fundacionales de la Unión, que, no lo olvidemos, se creó fundamentalmente como un instrumento para evitar la guerra entre europeos.
Como consecuencia de más de setenta años de paz política y social tras las dos sanguinarias guerras del siglo pasado, se crearon sociedades libres y el desarrollo del Estado de bienestar, que, según Helmut Schmidt, es la aportación más valiosa y más humanista que Europa ha entregado al mundo en las últimas generaciones.
Nada será igual cuando termine la guerra de Putin contra Ucrania. Sé que hay quien piensa que Zelenski bien podría rendirse y evitar más destrucción y más muertes. Desaparecer y dejar que Ucrania se convierta de nuevo en un país que no es antirruso pero tampoco quiere bailar al son de sinfonías orquestadas desde el Kremlin. Puedo entender esta posición y entiendo las dudas entre escoger la paz y la entrega a un agresor. Pero el objetivo de Putin, en sus propias palabras, es atacar y destruir a todos los que defienden Ucrania, es decir, amenaza también la libertad de todos. Si abandonamos a un país que no quiere ser humillado por la fuerza, luego vendrán otros.
Publicado en La Vanguardia el 13 de abril de 2022
Pienso : Democracia, Autocracia, Dictadura, Poliarquia, Oligarcas multimillonarios, trabajadores y sintrabajo.
Politicos, Banqueros, Magistrados, OLIGARCAS y POLIARCAS, ect. AMEN.
Privilegiados que ganan millones i millones de euros al mes, SIN ESFUERZO, y millones y millones de personas, que estan a cero euros cada mes,
Gente que tiene sentimientos humanos y ayudan al projimo y gente que no tiene sentimienots humanos y no ayudan aunque pueden, ect.
Resumiendo: Somos INVEROSIMILES Y obramos CONTRA NATURA.
Se que me repito, pero es que es la pura verdad.
Dejo este artículo:
La disuasión nuclear en la Guerra de Ucrania – por Francesc Sánchez
https://www.elinconformistadigital.com/2022/04/11/la-disuasion-nuclear-en-la-guerra-de-ucrania-por-francesc-sanchez/
Saludos
Estamos en una guerra, esto es un hecho. Su evolución nos es desconocida. Europa es un concepto que no se transforma en una realidad política que le confiera poder de negociación disuasoria. Existen armas y ejércitos dispuestos a usarlas en guerras de conquista, invasión y control de países. Rusia puede esperar, su sociedad no tiene capacidad de oponerse a la guerra, o no quiere, no lo sabemos. Europa es muy frágil, naciones que dependen de la energía que suministra Rusia, naciones que son prorusas, países que desean entrar en la OTAN de modo inmediato (Suecia y Finlandia) y así más variables para no dar la lata.
ESPANYA NACIONALISTA I ULTRA
1.- Una nació practica un “nacionalisme identitari i exclusiu” quan s’imposa a una altra nació sense respectar els seus drets i les seves llibertats. Així actua Rússia sobre Ucraïna, el Marroc i Espanya sobre Sàhara Occidental, Espanya sobre Catalunya a la que s’oposa celebrar un referèndum. ¿O no?
2.- L’Espanya nacionalista té vinculacions institucionals (Francisco Franco / Juan Carlos I / Felipe VI), judicials, policials, econòmiques i polítiques amb el règim nacionalista franquista. ¿O no?
3.- Alguns episodis d’espanyolisme extremista en ple segle XXI… Josep Borrell defensa a José Barrionuevo (ministre d’Interior) i Rafael Vera (secretari d’estat de Seguretat), condemnats per terrorisme d’estat dels GAL, i afirma: “La solidaritat amb aquests companys va irrenunciablement unida al nostre projecte de futur” (13/09/1998). El president Pedro Sánchez lloa al Congrés el “sentit d’estat” de VOX i del seu líder Santiago Abascal (03/02/2021). El PP signe acords amb VOX a les comunitats de Madrid, Murcia, Andalusia, Castella i Lleó… Òndia!
4.- Aquests “nacionalismes identitaris i exclusius” tenen adn ultra, siguin d’extrema dreta o disfressades d’esquerranisme. El fotoperiodista Jordi Borràs, expert en aquests afers i autor de “Tots els colors del negre” (Ara llibres), explica: “Ara sembla que el PSOE és el baluard contra l’extrema dreta, però Salvador Illa o Miquel Iceta es manifesten amb Vox i Democràcia Nacional darrere les pancartes de Societat Civil Catalana a la tardor de 2017. Ciudadanos i PSC normalitzen l’extrema dreta a Catalunya. Diuen ‘no són els meus, però són un més de la colla’. Al final, l’important és la unitat d’Espanya. Salvaguardar la unitat d’Espanya està per damunt de la democràcia. Aquest és el problema”. ¿O no?
5.- LA LLENGA ES UN SIGNE D’IDENTITAT D’UN PAÍS. El “nacionalisme identitari i exclusiu” es tan fort en l’actual règim espanyol que la única llengua que s’imposa obligatòriament a tot el seu territori es el castellà. L’article 3.1 de la Constitució, hereva del franquisme, estableix: “El castellano es la llengua española oficial del estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla”. ¿Pobre castellà o pobre català?
Europa está en peligro.
Cuidate de tus amigos que te quierrn ver convertida en un campo de batalla de nuevo
El federalisme es l’única solució per la Europa del futur.
Es un pais partido en dos, nos guste o no. Avanzar en la paz es ceder una parte a Rusia. La otra parte sera europeizada. La duda sera si despues del conflicto, seguira la hipocresia de negociar al mismo nivel con paises no democraticos, como Rusia y con China, juntamente con paises que los apoyan. Europa debe tener claro con quien puede o no negociar, debe tener claro que debe avanzar hacia una Europa federal, tipo estados unidos de Europa, con el mismo bienestar social que ha conseguido, en caso contrario los extremistas y los populistas ganaran terrreno.