La guerra de Putin contra Ucrania adquiere dimensiones de conflicto mundial. Estados Unidos y los aliados europeos han aumentado el envío de armas con la idea de ayudar a los ucranianos pero también con el propósito de debilitar el potencial militar de Rusia.
Muchos presidentes y primeros ministros de gobiernos aliados han visitado Kyiv en plena guerra. La presencia más relevante es la del secretario de Estado, Antony Blinken, y la del del Defensa, Lloyd Austin, que se han visto esta semana con el presidente Kelenski.
No ha sido una visita protocolaria sino un gesto desafiante de Joe Biden a Putin. Se puede afirmar que Occidente está en guerra con Rusia para defender a Ucrania. No tiene las dimensiones, todavía, de las guerras mundiales del siglo pasado pero el enfrentamiento político y militar es semejante.
Alemania ha dado un paso más en el envío de armas pesadas a Ucrania. El ministro de defensa aprobó el suministro de tanques antiaéreos Gepard, la primera entrega de material de guerra ofensivo. Al mismo tiempo el vice canciller dijo que el embargo de gas y petróleo ruso pueden ser manejables. Al comienzo de la guerra Alemania recibía el 35 por ciento de energía de Rusia y actualmente es el 12 por ciento.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, estuvo hoy en Moscú para intentar parar la guerra. Luego visitará Kyiv. Un alto el fuego o un armisticio es improbable porque el ejército ruso no puede presumir de una victoria mientras Kelenski sea presidente. La guerra ha durado dos meses y puede prolongarse mucho tiempo.
Putin pretende conquistar Ucrania pero no podrá controlar a los ucranianos que han exhibido un patriotismo y una resistencia que nadie esperaba. Ni en Moscú ni en Occidente. Cada día que se prolongue la guerra crecen las posibilidades de que el conflicto se convierta en una guerra mundial. El ministro de exteriores ruso, Lavrov, ha dicho hoy que los norteamericanos buscan un enfrentamiento con los rusos. Hay hechos que van en esta dirección.
Es un desastre que se haya llegado a este punto en el que millones de ucranianos se han desplazado internamente y han escapado al exilio para proteger sus vidas, principalmente mujeres, hijos pequeños y también ancianos.
Hay que pararlo. Pero las guerras tienen su propia dinámica, por desgracia, y el lenguaje que usan en Moscú, Washington, Bruselas y las principales capitales europeas, incluida Londres, es de debilitar al ejército ruso por haber empezado una guerra no provocada que ha causado decenas de miles de muertos y está destruyendo un país que solo pretendía vivir en libertad.
El precio para parar la aventura de Putin será muy alto para todos. Para los ucranianos, para los rusos y para los europeos.
Hay que pararlo…ahora muchos se arrepienten de no forzar mas para que la ONU, tuviese otra estructura, otra fuerza….