Anomalías en el Constitucional

No deja de ser inquietante que Mariano Rajoy y el ministro José Blanco coincidan en que ahora no hay que renovar el Tribunal Constitucional, después de que la más alta instancia jurídica del Estado no llegara a un acuerdo sobre el Estatut de Catalunya que ha sido objeto de discusiones numantinas durante casi cuatro años.

Mariano Rajoy

Zapatero

Es inquietante porque parece que el Partido Popular y el Partido Socialista no han entendido que se trata simplemente de que el TC tenga su propia casa en orden, es decir, que todos los magistrados cumplan los requisitos que establecen las normas para poder ejercer sus funciones.

No se trata, por lo tanto, de renovación sino de sustitución de los magistrados cuyo mandato ha caducado y también del nombramiento de la vacante producida por el fallecimiento de uno de sus miembros. Si el máximo tribunal del Estado no tiene sus papeles en regla durante tanto tiempo, ¿cómo se puede exigir la idoneidad del resto de tribunales en las distintas jurisdicciones estatales y autonómicas?

El sistema de elección de magistrados del Tribunal Constitucional es competencia del Parlamento que los tiene que aprobar por una mayoría de tres quintas partes. Está en manos del Partido Socialista y del Partido Popular el enderezar las anomalías que afectan al máximo tribunal.

Las discrepancias entre el sector llamado progresista a la hora de emitir un fallo sobre el recurso al Estatut de Catalunya evidencian que no es una mera división entre conservadores y progresistas sino una discrepancia mucho más profunda sobre la organización territorial y política del Estado. Es sintomático que algunos artículos recurridos del Estatut hayan pasado sin problemas en otros estatutos como el andaluz.

Cabe pensar, por lo tanto, que el problema es Catalunya que ha aprobado un texto pasando por todos los requisitos legales establecidos y que, además, ha sido plebiscitado por el pueblo catalán. Lo que no se acepta es la singularidad de Catalunya dentro del Estado, un hecho que viene a poner de relieve la inoportuna fórmula del café para todos de Adolfo Suárez.

El Estado ha cedido ya muchas competencias y no está dispuesto a seguir perdiendo protagonismo ante una realidad cada día más descentralizada. Que se ponga al día el TC, pero habrá que pensar en si no sería más inteligente modificar la Constitución.

Artículo publicado en La Vanguardia el 20 de abril de 2010

  5 comentarios por “Anomalías en el Constitucional

  1. El articulo de M.Roca de hoy es basico por lo claro y elemental , si el Tribunal que hace cumplir la Constitución no la cumple la cosa es muy poco seria.

    «Si hasta ahora teníamos cuatro magistrados prorrogados, dentro de unos meses tendremos otros cuatro más. De diez, ¡ocho caducados! Y las Cortes Generales, entretanto, sin cumplir con el mandato constitucional de proceder a la renovación del Tribunal Constitucional. Así, un tribunal cuya composición es el resultado de un incumplimiento de la Constitución debe decidir si el pueblo de Catalunya se equivocó. Un pueblo llamado por la Constitución a decidir sobre su Estatut ¡podría verse desautorizado por los que ejercen una función que ya no les corresponde de acuerdo con la Constitución! »

    M.Roca (http://www.lavanguardia.es/lv24h/20100420/53911587784.html)

  2. Hola Sr. Foix. Me pregunto ¿ Cual es la función exacta del Alto Tribunal Constitucional, ya que, por lo visto no se ponen de acuerdo en sus decisiones ? España y Cataluña no pueden depender de la duda. No olvidemos que lo aprobó el pueblo en Referendum. Lo aprobó el Parlamento de Cataluña y el Parlamento Español. Luego lo aprobó el Senado Español. Entonces el error fué el llevarlo ante el Tribunal Constitucional. La consulta debiera haberse hecho antes de la aprobación y no despues. Ahora no procede.

  3. Estimado maestro:

    Francamente, pienso que este artículo pone «el dedo en la llaga» de la problemática que se ha creado en torno al Estatut de Catalunya, heredada desde la Transición política.
    Sólo me resta felicitarte por el «seny» y la valentía de la nueva acometida.

    J. M. Caparrós Lera
    Historiador del cine

  4. En mi penúltimo comentario ya insistí en el vicio de origen de este TC: ser un remedo de tercera cámara –con el agravante de no ser democráticamente elegida, como las otras dos– al servicio del peor mal de nuestra democracia, la partitocracia.

    Pero llegados al punto en que estamos, quizá ya es hora de poner los pies en el suelo y aceptar que, con o sin renovación de los miembros del TC, la correlación de fuerzas «transversales» es la que es y, por la vía institucional, no hay más cera que la que arde. Hay quién dice (Ferran Mascarell, por ejemplo) que sólo queda la vía política a partir de un posicionamiento decidido de las fuerzas representadas en el Parlament de Catalunya. Me gustaría poder ser más optimista, pero no veo a esas fuerzas capaces de tener la visión de Estado que tantas veces se les ha reclamando a nuestros políticos. (Y donde dice «nuestros» pueden poner catalanes o españoles sin que la cosa varíe grandemente),

  5. Sr.Foix: La peor de las decisiones es permanecer en esta continua indecisión del TC, no es serio, no es de recibo. No tener los papeles en regla parece que es algo consustancial a nuestro país, que los fallecidos decidan las votaciones ya lo hemos padecido más de una vez, la impresión que uno tiene es que está todo el pescado vendido y que aunque haya café para todos unos tendrán Nespresso y otros seguiremos tomando achicoria, pero si los magistrados del TC se mantienen en esta perpetua duda Descartiana me temo lo peor Sr.Foix, ya sabe que nuestro exceso hispano de tetosterona siempre nos hace elegir ante la duda a la más…despampanante.

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