Se ha producido la reunión entre Vladimir Putin y Xi Jinping en la ciudad de Samarkanda, en la república de Uzbekistán, en Asia Central. Con la guerra en Ucrania como telón de fondo, Rusia no ha conseguido un apoyo claro de China a la invasión de Putin de la que fue una república soviética y parte fundamental del imperio de los zares.
No se conocen los detalles de la reunión pero el propio Putin ha dicho que entiende las “preguntas y las preocupaciones” de Xi Jinping sobre Ucrania. Se deduce que China está preocupada por el inicio y el desarrollo de una guerra que Rusia no está ganando como se esperaba desde que invadió un país soberano el 24 de febrero.
Otra lectura es que Xi no apoya a Putin en esta aventura que le ha costado ya muchos muertos, contratiempos militares y una evidencia de que el ejército ruso no es tan poderoso como se pensaba. China no le ha ofrecido armas, ni municiones, ni tecnología y ni siquiera palabras de solidaridad. Han hablado, eso sí, de intercambios comerciales entre los dos países con una aspiración explícita de Pekín de comprar energía rusa a precios rebajados.
El encuentro estaba concertado pero el momento no ha favorecido a Putin que ha viajado a Samarkanda con las informaciones de que Ucrania ha recuperado más de cien pequeñas ciudades mostrando las miserias y destrozos de una guerra que no había sido provocada.
Las relaciones entre China y la antigua Unión Soviética fueron tormentosas desde los tiempos de Stalin y Mao Zedong. Por razones ideológicas y prácticas. La Rusia comunista denunció los crímenes de Stalin en el congreso del partido de 1956 en el que Kruschov desmitificó la figura y el legado del que fue un dictador absoluto y sangriento. La ruptura se consumaría a comienzos de los años sesenta y no se establecieron relaciones normales hasta que Mao murió y la Unión Soviética quedó enterrada en el baúl de la historia.
La mirada rusa y la mirada china al mundo son distintas y dispares aunque cada año en las celebraciones del primero de octubre en Pekín las grandes pancartas de los desfiles sean contempladas por Marx, Lenin, Engels y Stalin.
Lo normal es que las relaciones comerciales y económicas entre estos dos grandes países sean fluidas e intensas. Pero el planteamiento político es distinto porque distinta es la historia de China y la de Rusia.
El hecho es que Putin no ha recibido un espaldarazo de Xi, lo que implica que la guerra contra Occidente en tierras ucranianas la libra Rusia por su cuenta, sin aliados sólidos y mostrando la precariedad de un ejército que no consigue conquistar Ucrania ni tampoco derrocar el gobierno de Zelenski. Si pasan los meses sin una victoria sobre Ucrania los problemas internos, por muy apoyado que esté por la vieja guardia del KGB y el aparato de sus fieles oligarcas, serán cada día más inquietantes para su estabilidad política personal y para su régimen autoritario. Lo que no quiere decir que lo que venga sea mejor o más liberal.
De lo que se demuestra que hasta los chinos son más listos que este descerebrado
Shie shie, … China.
Y a todo esto la ursulina en vez de montarse modelitos abanderados deberia ofrecer la plataforma de la UE para establecer una mesa de dialogo y para ello ademas podria contar con el asesoramiento del noi de Pineda que de taulas i mesas de dialeg en sap un rato.
Los chinos van a lo suyo Sr. Foix, rollos de primavera y pato laqueado. Y ojo al pato que es de goma.