La convivencia cívica y política se hace muy difícil cuando se empieza a confundir el rival político con el enemigo mortal. Algo va muy mal cuando se pierden los matices y se recurre al insulto o la descalificación permanentes. Se practica demasiado la política preventiva, llena de prejuicios, de rencores y de cuentas pendientes.
De todo lo que se ha dicho sobre los jueces que han de presidir los más altos tribunales del Estado habría que tener una idea de cuáles han sido sus sentencias. No basta con calificarlos de conservadores o progresistas, sino saber qué preparación y experiencia jurídicas pueden acreditar.
En su ensayo sobre Qué es la política, Hannah Arendt ya advertía que no hay propiamente ninguna forma de sociedad que no se base más o menos en los prejuicios, mediante los cuales admite a unos determinados tipos humanos y excluye a otros.
Es evidente que los más altos tribunales del Estado están formados por personas que tienen ideas, preferencias y actitudes distintas. Lo que hay que apreciar es si sus autos y sentencias se rigen por la ley y por los principios generales del derecho. Eso aprendí hace años de grandes maestros en la facultad de la Universitat de Barcelona. No debería existir una justicia de izquierdas o de derechas, ni tampoco neutral, sino equitativa, humanizada, justa.
Decía George Steiner que siempre hay que volver a Sófocles para no olvidar que, ante la inicua ley de un Estado promulgada por Creonte que niega sentimientos universales y valores humanos, sale Antígona contraponiendo las “leyes no escritas de los dioses”, los principios absolutos que ninguna autoridad puede violar. Los jueces son personas y pueden equivocarse, aunque no poniendo la ideología o los intereses por encima de la ley. Ya sé que no se puede cambiar ahora el procedimiento, pero lo ideal sería que el nombramiento de jueces no corriera a cargo de los partidos. Este es el problema de fondo. Los jueces no deberían ser la prolongación de los otros dos poderes. Al menos, no exclusivamente.
Romain Rolland, premio Nobel de Literatura en 1915, en plena Gran Guerra, dejó escrito en su libro Más allá de la contienda que un gran pueblo no se venga, sino que restablece el derecho.
Publicado en La Vanguardia el 30 de diciembre de 2022
Gracias , una vez más, senyor Foix.
«Jueces» es uno de los libros de la Biblia menos aleccionadores. Los jueces como personas pueden ser como cualquiera otra. Los jueces españoles, como personajes, requieren revisión profunda.
Su formación queda corta, si se compara con los once años de los médicos, p.ej.
La Escuela juidicial está en manos de quien está. Su ejercicio , sin supervisión porque lo requiere el cargo, presto a la perpetuación de errores. Abundan los prejuicios que, como su nombre indica, son juicios previos, ajenos a la jurisprudencia que a menudo es imprudente.
Como casta, arrastran defectos de forma y y modo, antiguos y, también, obsoletos. El corporativismo y el espíritu de cuerpo no han sido objeto de crítica reconstructiva desde el franquismo.
Y la cúpula está pringada por la política.
No vale para este nuevo casi cuarto del nuevo siglo que empezamos mañana, que deseo a todos sea, al menos, un poco mejor.
Bon any a tothom
Hoy la 18 de LV va de lujo con magnificos articulos de Ignacio Martinez de Pison. de Clara Sanchis Mira y de nuestro anfitrion el Sr. Foix.
Que maravilla poder disfrutar de la lectura, la reflexion y tambien del cambio de impresiones por aqui.
Les deseo a todos todos, un 2023 bien guapo y formoso.
La educació de primària,per començar,la ensenyança mitja i la universidad tindrian que ser el principi de la formació de lo just sensa influencias de mites e ideas preconcebudades que el ser humà imposa,sensa mira les conseqüències a la societat.
El tema de los jueces es, en algunos, NO COMMENT, en la mayoria es MENT ( de ment sana in corpore sano )
Es la realidad ….NO COMMENT