El debate político lo aguanta todo, desde los discursos brillantes hasta el lenguaje ofensivo y procaz. No son ninguna novedad las peleas dialécticas propias de tabernas tumultuarias. Los políticos representan a sus votantes y se acogen al fuero de decir lo que les venga en gana. Pero el gran público aprecia también las sutilezas, los matices y los consensos. A pesar del ruido ambiental, muchos hemos entendido que es más interesante convencer que imponer, razonar que gritar, buscar puntos de encuentro en vez de esperar al adversario en una esquina para darle una paliza verbal.
La novedad es que el insulto ya no va dirigido solo al adversario, sino que se practica entre socios de gobierno y aliados. Los viejos socialistas no atacan a la derecha, sino que arremeten contra los suyos o los que un día fueron suyos. Felipe González y Alfonso Guerra se pelean a tumba abierta contra Pedro Sánchez y su estrategia para conseguir ser investido a cualquier precio. Guerra salió ayer ridiculizando con tonos machistas a Yolanda Díaz sobre las veces que va a la peluquería. Y Puigdemont respondió desde Waterloo diciendo que “hay políticos que cuando hablan hacen subir el precio de la cal viva”. Todo vale.
Junts y Esquerra se detestan tanto políticamente que hay poca diferencia entre lo que dicen el uno del otro en privado y lo que expresan en público. Desde el socialismo de Sánchez se acusa a la vieja guardia de antiguos y desfasados. Cuidado con las peleas entre socialistas. Los historiadores saben de la bofetada que Luis Araquistáin, de la facción de Largo Caballero, le propinó a Julián Zugazagoitia, que representaba el sector moderado de Indalecio Prieto, en el Palacio de Cristal de Madrid. Aquella bofetada fue la metáfora de la ruptura del partido en 1936.
Las divisiones en la derecha se muestran igualmente cainitas tanto dentro de Vox como del PP. También afloran por el mero hecho de que el portavoz popular, Borja Sémper, se atreve a hablar en euskera en el Congreso en pleno debate lingüístico.
Mirado desde la orilla del circo mediático político cabe recordar aquella reacción de Azaña cuando un diputado soltó una impertinencia en las Cortes: “Permítame que me sonroje por cuenta de su señoría”. Nos representan, pero no nos sirven. Van a lo suyo y no lo disimulan.
Publicado en La Vanguardia el 22 de septiembre de 2023
Pienso que los políticos que nos representan, en el Parlamento, ganan mas de lo que no hacen.
Si solo ganasen de sueldo, lo que gana un medico de carrera, les luciría mas.
Es decir el ganar demasiado y tener por ello la vida asegurada y tranquila, hace que pasen de nosotros, los cotizantes y currantes.
Albert, los Médicos han aprobado 7 años de estudios para la carrera, oposiciones al MIR y dos años de prácticas. Y te salvan la vida si lo has necesitado, como es mi caso, por el Equipo Médico del Hospital Arnau de Vilanova de Lleida.
Hemos llegado a un punto que parece que no de mas de si. Pero da. Y «pasan las pantallas» y se «cruzan lineas rojas» i no pasa res salvo que el ambiente cada vez es mas canalla, mas zafio y mas pobre.
En paralelo una sociedad de movil y patinete va, todos a una, a ninguna parte.
El nivel general es comparable al de los pantanos.
Tiene que llover!
Bon cap de setmana.
Alfonso Guerra dijo que tenia el Titulo de Perito Industrial y que era el español que mas sabía de Termodinámica.