Es prematuro hacer balance de una temporada con tan altos índices de siniestralidad en el Barça. Xavi Hernández entrena con fecha de caducidad. Qué arriesgado es anunciar una marcha en diferido. Se han registrado 22 lesiones desde el mes de agosto.
Pedri y De Jong se rompieron en San Mamés y se retiraron exhaustos y serán baja varias semanas. La mala suerte ha provocado muchas de las fracturas físicas de los jugadores. Pero es lícito preguntarse si la preparación física de la joven generación que configura el grueso de este equipo es la suficiente y la proporcionada.
No cuento los imponderables de los partidos jugados en el Lluís Companys en este invierno del desconcierto. Ni la fuga de dirigentes que abandonan el club en cuentagotas con la previsible contundencia de una gota malaya. Ni la práctica incomparecencia de un fichaje estrella de estos meses, Vitor Roque, al que ni siquiera se le vio calentar ante el Athletic. Se han gastado 270 millones en 22 fichajes, una pasta. La deuda del club, muy superior a la que encontró Laporta cuando fue elegido presidente por segunda vez, no es un imponderable sino una realidad que condiciona toda la política de fichajes. A pesar de ello, el Barça sigue vivo con una Liga cada día más inalcanzable pero con la posibilidad razonable de pasar a cuartos de la Champions ante el Nápoles.
Hay quien sostiene que con la inauguración de la remodelación del Camp Nou se abrirá una nueva etapa y la masa crítica de socios volverá a frecuentar el contacto directo con el equipo, sea cual fuere, corrigiendo el distanciamiento que se haya podido producir durante el exilio en la montaña olímpica.
Publicado en Mundo Deportivo el 5 de marzo de 2024
Oido que la recuperación de Petri no fuese adecuada por precipitación.
No usaba la derecha para chutar por falta de confianza.
Las prisas son malas consejeras.