Tú escribe lo que veas que la historia ya dirá lo que ha ocurrido. Es un consejo que me dio Manu Leguineche ante la carnicería humana en descomposición que contemplábamos en la vasta desembocadura de los ríos Tigris y Éufrates, que entregan sus aguas conjuntamente en el golfo Pérsico. La guerra entre Irán e Irak en los años ochenta causó más de un millón de muertos. Las palmeras en cuyo entorno la Biblia sitúa el paraíso terrenal estaban tronchadas por el fuego entrecruzado de largos meses de combate. El hedor de cadáveres tiernos y antiguos era transportado por la suave brisa con temperaturas superiores a los treinta grados.
No hace falta recurrir a la célebre frase atribuida a Zhou Enlai, primer ministro en la China de Mao, cuando le preguntaron qué opinión tenía de la Revolución Francesa. Su respuesta fue que era muy pronto para emitir un juicio.
Disculpen esta introducción para referirme a los inesperados episodios de la política catalana de la última semana. No nos preguntamos sobre qué ha podido pasar con la fugaz visita de Carles Puigdemont, su breve discurso en el paseo Lluís Companys y su salida del grupo que supuestamente le acompañaba hasta el Parlament donde intervendría en la sesión de investidura, tal como él mismo había anticipado en un comunicado distribuido por la red X de Elon Musk.
Entre la confusión de sombreros de paja, un uniforme de despiste, el tumulto de los que le acompañaban y un coche que le esperaba a la vera de la tarima del orador, el expresident desaparecía de la multitud y era perseguido a pie por unos mossos d’esquadra que no le dieron alcance. Carles Puigdemont nos informaba al día siguiente desde Waterloo colgando un video en las redes y paseando un gato por los jardines de la mansión en la que vive. Esta es la versión de Mayka Navarro y de cuantos han intentado reconstruir los hechos que han puesto en un serio entredicho la capacidad de los Mossos para gestionar una situación tan complicada como aparatosa.
La aparición y desaparición de Puigdemont de Barcelona indica que ni Rajoy en el 2017 ni Aragonès la semana pasada supieron detectar una operación que tenía una fuerza política de primer orden. Los servicios de inteligencia, entonces y ahora, no están preparados para que un grupo de ciudadanos muestren su habilidad para engañar y desconcertar a las fuerzas de seguridad del Estado. Consiguieron magistralmente introducir miles de urnas ante las narices del gobierno Rajoy y ahora han traído y se han llevado a Puigdemont a plena luz del día con los Mossos corriendo detrás de él.
La política no es un juego. Ahora se intentará convertir esta ocurrencia en una proeza que profundizará las divisiones entre los dos principales partidos independentistas y que puede afectar seriamente la viabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez en los próximos meses.
Estas extravagancias han desvirtuado el hecho más relevante de la política en Catalunya. Salvador Illa ha sido investido presidente de la Generalitat con los votos de ERC y Comuns. El independentismo se ha dividido y tardará tiempo en recomponerse. Por primera vez desde 1980 no hay mayoría nacionalista/independentista en el Parlament. A Illa le espera una legislatura compleja.
Pero quiero referirme a dos actos políticos que me parecen relevantes. Illa ha dicho que quiere gobernar para todos los catalanes integrados en una España plurinacional y en una Europa de horizonte federal. Merece que se le dé una oportunidad. Es muy pronto para valorar el nuevo Govern. Pero su invocación a la socialdemocracia y al humanismo cristiano va en la línea de lo que se ha hecho en Europa en los últimos 80 años.
Publicado en La Vanguardia el 14 de agosto de 2024
Y en estos dias de ferragosto de verdad asi a la quieta y con discrecion y elegancia como siempre, se despide Eulalia Sole de LV.
Por motivos de salud nos dice. Que sea leve. Y gracias por tantas columnas y articulos sosegados, humanos y hermosos.
La política convertida en un juego, los administrados no cuentan.
La política no es un juego, el algo peor. Es la mayor agencia de colocación de familiares y amigos inútiles. En una era donde la Inteligencia Artificial automatiza procesos y elimina los trabajos de menor valor añadido en toda la industria, la política pública funciona precisamente al revés. Más consejerías, más agencias, más oficinas, más embajadas, más asesores, más departamentos, más expresidentes, más exhonorables… Más inútiles, todos con sueldos astronómicos. No pasa nada, se paga con dinero público. Más impuestos, más deuda pública. A pagar y a callar. La clase política se nos mea encima y algunos hasta les aplauden. Tenemos lo que merecemos.
¡Viva al anarquía!
Tan de bo David, no tinguesis raó.