El canciller Schröder ha planteado una moción de confianza a su gobierno para perderla. No le ha sido fácil. Los que más le han criticado de su propia coalición han votado a su favor porque saben que unas elecciones anticipadas les pueden enviar a la oposición o a su casa.
Pero Schröder lo ha conseguido y ha perdido la confianza del Bundestag. Insólito. Ahora puede plantear al presidente de la República la necesidad de convocar elecciones anticipadas en septiembre que todas las encuestas señalan que va a perder.
No es frecuente que un político organice con tanta precisión su propio funeral. Es paradójico también que Schröder haya perdido el apoyo de los alemanes por intentar llevar a cabo unas reformas que eran imprescindibles. Ha hecho el esfuerzo desde el centro izquierda y los suyos no las han aceptado. Y los demás tampoco.
Schröder ha perdido el apoyo de los alemanes que están cansados de ver cómo el paro no baja del 11 por ciento. Pero cuando propone reformas estructurales para crear más empleo tampoco le siguen.
Si el centro derecha gana las elecciones de la mano de Angela Merkel lo más probable es que se convierta en una dama de hierro al estilo prusiano y lleve a cabo unas reformas muy parecidas a las que hizo Margaret Thatcher hace veinte años.
Alemania tiene que volver a ser la locomotora económica de Europa para que el proyecto político pueda prosperar al ritmo que lo ha hecho en los últimos veinte años.