La crisis europea no detiene a los inmigrantes que buscan horizontes de mayor dignidad vital. Unos setenta africanos aparecieron en patera en la isla de Tierra, un pequeño islote situado en el archipiélago de Alhucemas, frente a las costas de Marruecos.
No es el momento más idóneo para cruzar los mares en busca de mayor bienestar. Desde el punto de vista económico, no les compensa mucho. Tampoco desde el social y el político. El nacimiento y consolidación de partidos xenófobos es general en toda Europa. Al otro se le priva de beneficios si no tiene papeles o no está regularizado.
Europa sigue siendo puerto de acogida para cientos de miles asiáticos, africanos y latinoamericanos. En Estados Unidos hay doce millones de ilegales que el presidente Obama ha intentado regularizar pero no lo ha conseguido del todo. Por las fronteras europeas pasan bienes de consumo, capitales, conocimientos… pero no pasan todas las personas. No cabemos, dicen los más próximos a la xenofobia. Que se vayan, dice la extrema derecha.
Como cuenta Tzvetan Todorov nuestro nivel de barbarie o de civilización se mide por cómo percibimos y acogemos a los que son diferentes de nosotros. Los bárbaros son los que consideran que los otros proceden de una humanidad inferior y merecen ser tratados con desprecio o condescendencia porque no se parecen a ellos. La segunda gran catástrofe del siglo pasado fue consecuencia de la idea obsesiva de Hitler de que los alemanes eran superiores.
Estos sentimientos y reflexiones se agudizan en tiempos de crisis como los actuales. El siglo XXI se perfila como el siglo en el que muchos hombres y mujeres tendrán que marcharse de su país de origen y adoptar de forma provisional o duradera el estatus de extranjero. Se estima que en estos momentos unos doscientos millones de personas se han visto obligadas a emigrar en todo el mundo.
Los gobiernos tienen que escuchar la opinión de los ciudadanos. Pero también tienen que tener una visión de futuro, a medio y largo plazo, sobre las consecuencias de sus decisiones. Europa es fruto de cruces inmigratorios. Los que han provocado las guerras y las persecuciones políticas y religiosas y los que han sido empujados por crisis económicas, hambrunas o trasplantes humanos masivos como ocurrió en la Unión Soviética de Stalin.
Somos fruto de los cruces de generaciones anteriores. Del interior de las fronteras actuales o de fronteras que ya no existen. En la crisis de la patata que azotó Irlanda en el siglo XIX, la mitad aproximadamente de irlandeses partieron hacia Estados Unidos e Inglaterra.
Europa no puede volver a las andadas. Han muerto demasiados millones de europeos en acciones de guerra por razones ideológicas o territoriales para que la barbarie no vuelva a cruzar el continente. Europa no puede dar lecciones a nadie. Pero, al menos en los últimos años, se había llegado al punto de ponderar la civilización.
Ser civilizado, afirma Todorov, significa ser capaz de reconocer plenamente la humanidad de los demás, aunque sus rostros y sus costumbres sean diferentes de las nuestras, y saber también ponerse en su lugar para vernos a nosotros mismos desde fuera.
Primero se arrasan sus países, luego se les permite venir en tiempos de bonanza para ser explotados, y cuando pintan bastos se les echa. El Roto tiene una viñeta al respecto: se ve a un hombre mirando una alambrada y dice: dejarles pasar es un drama, y no dejarles, una tragedia.
Hay los recursos naturales que hay, puede ser que a Europa no le interese que muchos países se desarrollen y por otro lado no quiere ver a la gente que es víctima del subdesarrollo por Europa. El desequilibrio en el consumo de recursos es muy grande, pero nadie quiere perder comodidades. El ser humano ya es el principal problema del ser humano.
Excelente!!
Hemos sobrepasado con creces el umbral de población posible en el planeta, no hay recursos suficientes y eso traerá todo tipo de problemas y guerras…
Sr.Foix: Hace siglos había traficantes de esclavos que capturaban a los antepasados de estas personas en sus mismos poblados, para llevarlos a través del desierto hasta las ciudades costeras, donde eran vendidos en los mercados…Hoy estas personas huyen de sus poblados deslumbrados por lo que ven en los canales de televisión y se juegan la vida para llegar a lo que llamamos civilización, una civilización en la que serán tratados, en muchos casos, peor de lo que lo fueron sus antepasados, más que nada porque a diferencia de aquellos no han costado ni un euro y no hay una inversión que defender… Para que luego digan que nuestra civilización avanza…