Un espía británico que vivió años infiltrado en el IRA y en su brazo político, el Sin Feinn, fue encontrado muerto en una cabaña solitaria en las montañas del condado de Donegal, uno de los parajes más rústicos y solitarios de Irlanda, una zona donde las truchas de los riachuelos las puedes prácticamente coger con la mano. He transitado muchas veces por aquellas onduladas montañas.
La larga mano de la venganza de los republicanos, desde lo que fue su rama terrorista o la política, llegó hasta el escondrijo de Denis Donaldson que sabía que estaba al descubierto pero no llegó a calibrar que su vida corría peligro.
La muerte de este espía pone en peligro el avance del proceso de paz en Irlanda. Tony Blair y Bertie Ahern, se encontrarán hoy en Armagh para restablecer la Asamblea de Irlanda del Norte.
Los agentes dobles corren riesgos de alto voltaje en los procesos de paz. Su trabajo no suele ser reconocido por quienes les metieron en las tinieblas de organizaciones que recurren al terror para hacer política. Y cuando llega la política, sobran.
En el Ulster ha habido una larga guerra contra el estado británico. Ha sido una guerra de pistolas, de ejércitos y de traiciones. En las visitas que hice a Belfast en los años setenta y ochenta, el hotel Europa era un hormiguero de espías y periodistas que intercambiabamos información en todas direcciones. Llegué a descifrar seis servicios de inteligencia distintos en aquel hotel rodeado de alambradas y con todos los teléfonos pinchados en habitaciones con cámaras ocultas.
No hay ningún misterio en quien asesinó al desventurado Denis Donaldson en su solitario refugio. El IRA ha liquidado a muchos agentes e informadores infiltrados en sus filas. Los que pueden huir a Europa continental o América Latina están bastante a salvo. Pero los que se quedan corren el riesgo de ser expulsados del mundo de los vivos.
En la cabaña no había ni electricidad ni agua corriente. Un periodista publicó sin determinar su localización una entrevista sorpresa con el espía huído a ninguna parte. Fue la señal que significó su sentencia de muerte.
Nadie reivindica el asesinato. El IRA y el Sinn Fein no se hacen responsables. Pero la muerte del agente doble va a provocar todo tipo de especulaciones y teorías conspirativas. No es la primera vez que un espía infiltrado paga muy cara su audacia. Sus servicios no son recompensados casi nunca y el resto de su existencia esta sujeta a la venganza de los que se sintieron traicionados.