Los italianos votan. Entre «Il Cavaliere» y «Il Professore», entre Berlusconi y Prodi. Entre un mago y un racionalista. Italia se ha dejado seducir por Berlusconi que ha gobernado cinco años, un hecho insólito en un país que tiene apariencia frívola pero que es un país muy serio.
Berlusconi tiene dos condiciones para que los italianos no le renueven su confianza. Es el hombre más rico de Italia y controla directa o indirectamente el 90 por ciento de las televisiones italianas.
Estas dos anomalías que le harían impresentable como primer ministro en cualquier país europeo hay que añadir que Berlusconi tiene problemas con la justicia, ha maniobrado para modificar leyes que le inmunizan de sus posibles delitos ante la consternación de la oposición.
Pero tiene una dificultad todavía más relevante. Sus cinco mandatos no han hecho despegar a Italia sino que la han hundido económicamente hasta el punto que el año pasado su crecimiento fue cero.
Berlusconi ha gobernado Italia como si fuera una gran empresa, como el amo del país. Ha convertido la política en un «show» constante que ha acentuado en esta campaña. Ha insultado, se ha mofado, ha ridiculizado a sus adversarios.
The Economist, la publicación más abiertamente crítica con Berlusconi, titula esta semana con un BASTA. Ha llegado la hora de que los italianos prescindan de él. Lo sabremos el lunes por la noche.