Todo indica que Berlusconi va a intentar desligitimar la victoria de Prodi en las elecciones italianas. Su renuncia a aceptar la derrota guarda una cierta relación con la actitud del Partido Popular al negar credibilidad a las elecciones de marzo de 2004.
En España fue el horrible atentado de tres días antes de las elecciones lo que condicionó el voto de muchos españoles que percibieron que el gobierno Aznar no estaba diciendo toda la verdad sobre la autoría de las bombas en los trenes de cercanía madrileños. Han transcurrido dos años y todavía el PP habla de la legitimidad de aquellas elecciones.
En Italia no ha habido atentados. Simplemente que Prodi ha ganado. Por muy poco, pero ha ganado. Y Berlusconi no lo ha aceptado. Y todo hace pensar que pondrá el marcha el ventilador sobre cualquier controversia que va a afectar al centro derecha.
No cuenta con argumentos. Pero dispone de medios. De televisiones y de periódicos que echarán toda su capacidad de destrucción sobre las dificultades de Prodi para formar gobierno y, muy especialmente, para gobernar. Las reformas que no hizo Berlusconi no las podrá acometer Prodi. Su coalición es demasiado heterogénea para una nueva política fiscal, reforma del mercado laboral y la presencia militar italiana en Iraq.
Declarar día sí y otro también que el nuevo parlamento no está legitimado va a crear inestabilidad y desorden permanente. Berlusconi piensa que el gobierno Prodi es efímero. Tiene unos cuantos de miles de votos más pero no dispone de los medios que ha utilizado Berlusconi para cumplir una legislatura de cinco años.
Es incomprensible lo que ocurre en Italia pero así es la realidad. Se demuestra que el poder de hoy es más entre política y medios de comunicación que entre izquierda y derecha. Entre personalismos y ambiciones que no cuentan para servir a la sociedad.
Si Italia entra en un periodo de inestabilidad es muy inquietante para la Unión Europea. También para España.