El premio Nobel de Literatura, Gunter Grass, nos comunica ahora que fue miembro de las juventudes hitlerianas, las Waffen SS, que combatió a las fuerzas soviéticas que avanzaban sobre Berlín. Era una unidad especial que tuvo un papel relevante en la conducción de cientos de miles de judíos, gitanos y demás «untermenschen» a los hornos crematorios.
Las biografías evolucionan y no hay fotos fijas en la historia de nadie. No se trata de que Grass, a sus 17 años y cuando la guerra estaba terminando, formara parte de aquella tenebrosa unidad de elite. Lo que sorprende es que Grass haya tardado tanto tiempo, más de sesenta años, en revelar esta secuencia de su trayectoria vital.
Los cínicos aducen que Grass ha querido publicitar su libro que ha sido puesto a la venta quince días antes de la fecha prevista. Otros se han apresurado a disculparle diciendo que en cualquier caso era un pecado de juventud en un país que estaba en guerra y en el que la libertad no existía.
El premio Nobel ha sido la conciencia crítica de Alemania. Ha participado en todos los movimientos en contra la guerra, desde Vietnam a Iraq, es un activista de la antiglobalización y ha expresado sus críticas contra el liberal capitalismo de muchas formas.
Gunter Grass recuerda que como prisionero de guerra de las tropas norteamericanas vio cómo los soldados maltrataban a sus colegas negros. Me dí cuenta de que el racismo existía y era practicado por las tropas vencedoras, ha dicho en una entrevista. No deja de ser paradójico que el racismo de las tropas americanas le sacudiera la conciencia, él que había pertenecido a una unidad de elite que practicaba el racismo hasta causar la muerte ignominiosa.
Grass nos ha hablado de la superioridad de los perdedores frente a los vencedores. Alemania pidió perdón y purgó todos los pecados del pasado. Es cierto. Pero podía haber añadido, aunque fuera de pasada, que él formó parte de un instrumento perverso del nazismo. Sólo debía decirlo. No para que se enturbiara su biografía literaria sino para que se supiera.
Ha sido Grass y otras mentes lúcidas de la post guerra quienes han repartido carnets de conducta, de buenos y malos, de auténticos y de falsos. Todos ellos cargados de un antiamericanismo sin matices. Premios Nobel como Dario Fo, Harold Pinter y José Saramago.
Gracias por vuestro esfuerzo en distinguir entre el bien y el mal, entre los que tienen una hoja de servicios inmaculada y los que la tienen manchada por ser reaccionarios y trogloditas. Pero, en el caso de Gunter Grass, habría sido más ejemplarizante si nos hubiera explicado todo su pasado y no esperar tanto tiempo en recordarnos su biografía entera.