No hay oposición estructural entre el Estado que organiza la vida en su dimensión temporal y la religión que intenta darle un sentido trascendente. Es interesante observar cómo el debate sobre un aspecto de la religión musulmana, la cobertura de la cabeza de la mujer en sus distintas modalidades, ha pasado de Francia a Inglaterra y a Turquía, un país sociológicamente islámico pero secular y republicano políticamente.
Jack Straw, líder de la Cámara de los Comunes y ex ministro del Interior laborista, abrió la polémica hace unos días al opinar que las mujeres no deberían llevar toda la cabeza cubierta, con la excepción de la fina fisura que les permite ver, porque esta prenda de vestir no permite comunicarse adecuadamente.
El distrito electoral de Straw tiene una proporción muy elevada de musulmanes. La polémica se ha trasladado a la opinión pública británica hasta el punto que Tony Blair se ha pronunciado sobre el tema y ha dicho que todos tienen derecho a vestir cómo quieran, pero hay que plantearse seriamente cómo integrar a todos los ciudadanos en unos valores comunmente aceptados.
Blair habla por primera vez de integración y no sólo de multiculturalismo. Igualmente ocurre en Holanda donde el multicultaralismo ha conducido a un fracaso. Observa Blair que las dos formas son compatibles pero hay cuestiones en las que todos los ciudadanos que viven en un país tienen que observar para preservar la convivencia.
En la Europa laica y secular la religión es un asunto privado. Pero a la medida que segmentos significativos de las sociedades europeas insisten en que la religión no es un tema privado sino que tiene dimensión pública, y así lo manifiestan con sus vestimentas, con sus costumbres y con sus creencias, el debate es inevitable.
Pienso que es arriesgado plantear la discusión entre secularismo y religión como un choque frontal. La estabilidad en las sociedades europeas sólo puede alcanzarse a partir de la tensión y el compromiso entre estos dos conceptos. La religión sin los límites de las leyes del estado podría llevar a una teocracia y el secularismo sin tener en cuenta la religión puede fomentar las diversas formas que desdeñan el valor de las creencias.
Si alguna de estas dos fórmulas se impone sobre la otra, la libertad de todos quedará perjudicada por no decir erosionada o eliminada. El conflicto que se ha vivido en Francia y que se vislumbra en Gran Bretaña lo vamos a experimentar muy pronto aquí y no podremos mirar hacia otra parte.
Un dia de estos me dara la gana de salir a la calle con un pañuelo en la cabeza. Y que algun guapo me lo intente quitar, que lo llevo al constitucional.
Firmado: Una oprimida por los tacones y la depilación.