La cumbre del G-20 en San Petersburgo ha mostrado un mundo separado sobre cuál debe ser la respuesta al uso de armas químicas en Siria. Las posiciones de Obama y Putin no se han reconciliado. Parecía una cumbre clásica de la guerra fría.
La Casa Blanca dice haber conseguido el apoyo genérico de Australia, Canadá, Francia, Italia, España, Japón, Corea del Sur, Arabia Saudí, Turquía y Gran Bretaña. Las imágenes de cientos de personas muertas por armas químicas no pueden tolerarse. Este es el argumento de Obama y de los que piensan que no puede quedar impune una acción que sobrecogió a todas las generaciones después de la Gran Guerra de 1914.
El presidente Putin ha dicho que más de la mitad de los participantes no estaban de acuerdo en una respuesta militar a Siria. Primero porque no se ha establecido todavía quién las ha utilizado. Segundo porque hay que conseguir el acuerdo de las Naciones Unidas para atacar a un país soberano y, tercero, porque no se sabe cómo, cuándo y dónde atacar militarmente a Siria.
Las discrepancias entre Putin y Obama las ha explicitado el presidente de Rusia mientras una información salida del Kremlin hacía referencia a la continuación del envío de armas rusas a Siria.
Las imágenes de sirios carbonizados son horrorosas. Toda guerra lo es. Pero no se pueden abrir hostilidades sin saber quién utilizó las mortíferas armas. El recuerdo de la guerra de Iraq que se precipitó en 2003 sin haber comprobado si existían las armas de destrucción masiva aconseja a no precipitarse y no tomar medidas drásticas sin tener todos los datos contrastados.
Una acción militar causará más violencia y más muertes. La experiencia en Iraq y Afganistán indican que sólo la fuerza es insuficiente para acabar con un conflicto. Estados Unidos quiere mantener la hegemonía militar y económica en el mundo. Lo ha conseguido más con el poder blando que con el poder duro. Obama, prematuro premio Nobel de la Paz, ha pedido el apoyo del Congreso y también de la opinión pública americana que no está mayoritariamente a favor de un ataque a Siria. Pero tiene que conseguir también algún tipo de aprobación por parte de las Naciones Unidas.
Si no puede ser a través del Consejo de Seguridad puede conseguir alguna aprobación por parte de la Asamblea General. Obama citó a Roosevelt diciendo que los norteamericanos no estaban a favor de entrar en guerra contra Hitler hasta que los japoneses bombardearon Pearl Harbour.
Los contactos entre Estados Unidos y Rusia sobre Siria seguirán. Siempre se está a tiempo de evitar el comienzo de una escalada del conflicto. El uso de armas químicas es nauseabundo. Pero hay que tener la certeza de quién las ha utilizado.
También añadió que «el uso de las armas químicas supone un peligro para la comunidad internacional, para los países vecinos de Siria y existe la posibilidad de que caigan en manos de terroristas. Todo ello contribuye a una emergencia extra de lo que ya es una crisis humanitaria importante y empeora los problemas de seguridad en la región».
A qui s’ha de «bombardejar», en tot cas, és als qui fabriquen i venen les armes químiques. La política internacional és totalment farisaica.
Sr.Foix: por muchos datos que se aporten, las partes contrarias los pondrán en duda siempre, en las guerras no importa quienes tienen la razón..lo que vale es quién impone su fuerza y en eso estamos…