La guerra fría discurría en el cine, en la literatura, en las tenebrosas historias de espías, en las cumbres entre Breznev y Nixon o entre Reagan y Gorbachev. Graham Greene o Frederick Forsyth escribían bellas páginas sobre la intriga que circulaba al amparo de la inteligencia organizada desde Washington o Moscú.
El espía era un ser misterioso, anónimo, conocido solamente por sus superiores o por los servicios secretos del adversario. Recogía información, confundía al enemigo, estaba muy despierto o permanecía dormido durante años.
Ayer pude seguir en directo la rueda de prensa que Boris Berezovbsky ofreció en Londres. Puro espionaje televisado. Berezovsky es un matemático que se dedicó a importar coches de lujo a Rusia en los tiempos de la “perestroika” de Gorbachev. Alternó las esferas del poder de Boris Eltsin y se convirtió en uno de los siete oligarcas que se hicieron billonarios, si billonarios, cuando el Kremlin privatizó las grandes empresas del Estado.
Algunos de ellos, como Mijail Khodorkovsky, se pudre en una prisión de Siberia por haber insinuado ambiciones políticas al margen de Vladimir Putin. Otros, como Abraamavobich, residen en Londres, compran equipos de fútbol y exhiben mansiones de ricachones en barrios de lujo.
El capitalismo salvaje, sin escrúpulos y con miles de millones de euros, diseminó por Occidente una serie de personajes que son conocidos como la mafia rusa que ha llegado a Barcelona y ha imputado a ex subdelegado del gobierno. Con qué facilidad se abre camino el dinero. Si es negro, todavía mejor.
Berezosky dijo cosas gruesas en la rueda de prensa de ayer. Denunció que Putin le quiere matar por haber protegido al envenenado espía Litvinenko que ha provocado un choque político entre Londres y Moscú, con expulsión de diplomáticos y con amenazas de represalias económicas entre los dos países.
Un amigo de Berezovsky que reside en Rusia le visitó hace unas semanas para advertirle que Putin le quería matar. Lo notificó a Scotland Yard que le aconsejó ausentarse un tiempo de Gran Bretaña. Así lo hizo. Pero ha vuelto y ha denunciado el complot del Kremlin contra él.
Berezovsky no debe ser un gran demócrata. En enero dijo en una radio de Moscú que había estado planeando un golpe de estado para derrocar a Putin. Y el Kremlin respondió como en tiempos de la guerra fría. Sus agentes asesinaron a Litvinenko y ahora, según parece, iban a por Berezovsky.
Lo novedoso es que la pugna por el poder se ofrece ahora en directo con toda brutalidad. Malos tiempos para la literatura. La realidad supera la ficción.
Sr.Foix: Berezovsky ha declarado que el sicario encargado de matarle iba a llegar a Londres acompañado de un niño para no infundir sospechas, como Vd dice, la realidad supera a cualquier guión. Si las cosas siguen así pronto pasará en Londres lo que en la ciudad colombiana de Cali,donde las motos sólo pueden ir ocupadas por una persona para impedir que el pasajero sea un sicario que te pueda matar con total impunidad y acierto. El día que nos enteremos de lo que realmente está pasando en Rusia nos estremeceremos…
Es normal.
Rusia es un país en el que no ha habido, jamás, ni tradición democrática ni capitalista.
Y han tenido que pasar a una democracia capitalilsta a lo bonzo.
Y este es el resultado: Una democracia fallida.