En una semana han traspasado dos grandes europeistas, amigos de España y enamorados de Catalunya. Raymond Barre y Gaston Thorn fueron primeros ministros de Francia y de Luxemburgo. Los dos frecuentaban Barcelona y con los dos tuve el privilegio de conversar sin prisas. Recuerdo el agradable almuerzo que compartimos con Thorn en casa de Carlos Sentís en Callella de Palafrugell o la larga entrevista que junto con Jaime Arias le hicimos a Barre en un hotel barcelonés.
Escribía Jorge Semprún hace un año en El País que Europa no fue un invento de izquierdas, sino de los grupos democristianos, que convirtieron Alemania y Francia en el gran motor de un proyecto supranacional que hizo de la democracia uno de sus pilares esenciales.
Me permito añadir que también la socialdemocracia, desde Paul-Henri Spaak hasta Helmut Schmidt pasando por Jacques Delors, François Mitterrand y Felipe González contribuyeron de forma principal en la inesperada genialidad de convertir un continente zurcido de guerras y conflictos históricos en un gran espacio de convivencia y prosperidad a pesar de las naturales convulsiones del último medio siglo.
Como dice Mark Leonard en su poco divulgado libro “Por qué Europa liderará el siglo XXI”, la genialidad de la generación de los Monnet, Schuman, De Gasperi … consistió en desarrollar una mano invisible europea que propiciase el nacimiento de una sociedad ordenada, a partir del interés nacional de cada país.
A los europeístas de conveniencia que invocan Europa como coartada para saltarse directamente el estado al que pertenecen, para lo bueno y para lo malo, les invitaría a que se fijaran en las biografías de estos dos europeístas, muy francés Barre y muy luxemburgués Thorn, para que tomaran nota de que Europa no es un supuesto táctico o estratégico sino un convencimiento para construir una sociedad más justa, más libre, más decente, en la que todos nos podamos sentir cómodos.
Pienso en el europeismo carolingio de fuertes raíces históricas de Jordi Pujol y en el más universalista de Pasqual Maragall que en estos tiempos propone soluciones valientes que rompan los estereotipos de las visiones desde lo alto del campanario.
Barre ha recibido los honores de Sarkozy que lo ha calificado como un “espíritu libre e independiente”. Su experiencia internacional y la suavidad de sus puntos de vista, ha dicho el acelerado presidente de Francia, le convirtieron en una personalidad única entre los actores políticos del país.
Raymond Barre era un economista que fue primer ministro desde 1976 a 1981 bajo la presidencia de Giscard D’Estaign quien le calificó como “le meilleur économiste de France” , fue vicepresidente de la Comisión Europea, alcalde de Lyon y candidato a la presidencia en dos ocasiones.
Barre era un profesional de la economía y de la política, abierto a Estados Unidos y Japón y empeñado en la ampliación de la Unión Europea que hoy agrupa a 27 países, muy distintos pero con trazos culturales y de civilización parecidos, que ejercen un gran poder de persuasión en el mundo.
Gaston Thorn fue primer ministro del pequeño ducado de Luxemburgo entre 1974 y 1979. Formó parte de la resistencia contra la ocupación nazi y en su periodo como presidente de la Comisión Europea puso los pilares para abrir nuevas vías de integración, en su día, de Grecia, España y Portugal.
Dos personajes que pensaban localmente y actuaban mundialmente, antes de que llegara la globalización. Dos políticos preparados, humanizados, que desde sus posiciones democristianas pensaban que el multiculturalismo invocado por tantos no equivale a un relativismo de valores.
Quise decir difícil.
Sr Foix: Que hermoso sería si los ciudadanos del mundo nos esforzáramos por conseguir una sociedad más justa,más libre, más decente, en la que todos nos pudiéramos sentir cómodos. Realmente es tan diícil? Sinceramente, creo que viviríamos mucho más felices.Ya lo sé…soy demasiado idealista! Un saludo