Hay muchos políticos en estado transitorio, que se mutan, que cambian, que cruzan las líneas y se pasan al otro lado. Siempre ha ocurrido y ocurrirá de nuevo. En su libro Memoria del mal y tentación del bien, el filósofo búlgaro, Tzvetan Todorov, explica que es igualmente perversa una bomba de un dictador que mata a un niño que la de una democracia que hace lo mismo.
Todorov vivió y se educó en Bulgaria hasta los 18 años. Conoce las perversidades y las trampas del totalitarismo. Consiguió una beca y se quedó en París hasta convertirse en uno de los filósofos de referencia en la Europa de hoy.
Los políticos que cambian de bancada, los tránsfugas, son responsables de sus actos. Tienen libertad para hacer lo que más les convenga. Pero suelen ser mesiánicos, es decir, piensan que la razón siempre está de su parte y que la realidad tiene que acompañar sus personales caprichos.
Entre el mesianismo totalitaria y las nuevas formas utópicas se observa una continuidad sorprendente. Son los mismos los que mandan en todas las estaciones y en cualquier situación o gobierno. Todorov cuenta que son hijos de antiguos comunistas que con el paso del tiempo se han convertido en fervientes anti totalitarios.
En Francia han pasado algunas veces por tres etapas: defensores del sistema comunista antes o hasta poco después de 1968, a menudo en una tendencia de extrema izquierda; unos años después, tras la difusión de amplias informaciones sobre la realidad del gulag, pasaron a ser anticomunistas y anti totalitarios radicales. Se llamaron entonces, dice Todorov, los “nuevos filósofos”, que pasaron finalmente a convertirse en los defensores del derecho de injerencia y de la guerra democrática.
Eran los que jaleaban la democracia imperial de George Bush y sus compañeros de las Azores. Siempre han tenido una concepción absolutista del poder. También en democracia. Que les vaya bien.
Potser el que interessa és només el «poder» en si mateix.
No calen «principis» ni ideals». L’ únic «principi» és el poder.
D’aqui venen tots els mals.
Sr.Foix: Tengo entendido que el primer cambio de chaqueta se le atribuye a Carlos Manuel I, Duque de Saboya…alternaba sus amistades entre España y Francia y cambiaba su apoyo a uno u otro país a conveniencia de alianzas y tratados….Ese Duque de Saboya era conocido por el jubón que vestía…durante el enfrentamiento entre Papistas y Luteranos éstos iban diferenciados por prendas de diferente color y Carlos Manuel I se mandó hacer un jubón reversible (de color rojo de un lado y blanco del otro)…así, según iban yendo los acontecimientos se lo ponía de un lado o del otro,algo que le hizo muy popular entre la población y con el tiempo se ha utilizado la expresión “cambiarse de chaqueta” para señalar, sobretodo, a aquellos políticos que se cambian de bando o partido…cuando uno se acostumbra a vivir de la cosa pública es muy difícil verse relegado al ostracismo, especialmente cuando volver a encontrar un trabajo para vivir dignamente de aquello en lo que en su día se estudió o se formó, resulta ser poco menos que una quimera…cambiarse de chaqueta es lo más sencillo entonces…
Hombre,Bartolomé, no se puede negar que el Duque era un individuo práctico..!
En mi opinión la social democracia llevada desde la buena fe y haciendo ajustes racionales es un buen sistema. Lo malo es que ahora parece una idea utópica.
Lo malo es que todos los ideales ya nos parecen utópicos,Francis..