Sostengo desde hace tiempo que nuestro país tiene un problema con la libertad. No me refiero a la libertad de expresión, de pensamiento o de circular por donde a uno le apetezca. Me refiero a la libertad que no deja espacio para la libertad de los demás. La libertad que no tiene en cuenta el respeto al otro puede conducir a un dogmatismo que se revela más hostil a la propia libertad.
Decía Isaiah Berlin que “todo es lo que es: la libertad es libertad, no igualdad o equidad o justicia o cultura, ni felicidad humana ni una conciencia tranquila. Si la libertad mía, de mi clase o mi país, depende de la desgracia de otra serie de seres humanos, el sistema que promueve esto es injusto e inmoral”. La libertad, añadía, es simplemente uno de los valores que hay que reconciliar con los demás ya que no es una carta ganadora por encima de las demás.
Existe la erosión a la libertad en un mundo como el nuestro en el que las empresas se globalizan a una velocidad vertiginosa y en el que compañías multinacionales pueden vivir al margen de las leyes estatales y de los impuestos del estado, lo que limita notablemente la capacidad de otros gobiernos para controlar sus propias economías y, por lo tanto. limitar las libertades de sus ciudadanos. Este fenómeno no es exclusivo de nuestro país sino que cabalga impunemente por todo el planeta.
Cuando me refiero a nuestra sociedad pienso más bien en una expresión muy castiza, muy española, también sutilmente catalana, que se suele resumir en el “trágala”, en el “te vas a enterar” y en el “hasta aquí podíamos llegar”.
La libertad es garantizada por las Constituciones o por la jurisprudencia en los sistemas democráticos occidentales. Pero, curiosamente, no se puede imponer por ley que no entiende de memorias, de virtudes ni de intenciones. La ley actúa sobre los hechos y sus consecuencias.
La libertad es también respeto a los individuos y a las minorías. En su ensayo “On Liberty”, John Stuart Mill, dice lo siguiente: si toda la Humanidad, menos uno, tuviera una opinión, y sólo una persona tuviera la contraria, la Humanidad no estaría justificada en silenciarla de la misma manera que ese individuo no estaría justificado en silenciar a la Humanidad.
La libertad no se impone. Ni envia a las tinieblas a quienes no comparten la nuestra ni nos tacha del mapa a los que discrepamos de una opinión mayoritaria.
Vale,también me comí una "h".La próxima vez ,repasaré mejor.
Mil disculpas.Y gracias.
Lo siento,por el daño que pueda causar la "j" en vuestros ojos.
Estoy aprendiendo a escribir.
Las leyes de una sociedad nos protejen o sancionan,dentro de unos límites que no marcamos nosotros,pero con los que estamos de acuerdo la mayoría de los ciudadanos de a pie.
Eso no quita que las apliquen como papagayos y que en más de una ocasión la ley ,aún sabiendo que tiene grietas,sigue siendo aplicada …La renovación constante,rápida y eficaz nos daría menos que hablar.
Es comparable con las normas de circulación.A mi me parecen estupendas y necesarias .Pero jode saber que hay tramos en los que la señal no se ve,o que simplemente está mal señalado.Jode saber, que en una misma curva tienen que morir cincuenta personas inocentes a lo largo de los años hasta que es renovada la carretera por la cantidad de baches que tiene.Jode saber que la policía multa ,pero que con esa multa,un señor pudiente se seca el sudor de la frente.
Con las aplicación de las leyes actuales,yo me siento como una gallina en un corral y más de una vez me enciendo pensando que "Pepito el de los palotes" por tener pasta a salido de la cárcel o que un inocente va a la cárcel porque simplemente ser un enfermo drogadicto.
No me quiero ir por los cerros de Úbeda,así que sólo añado por mi parte que las leyes naturales son las únicas que nos hacen libres de verdad.Las demás no ayudan a convivir.
Termino con una frase que una vez escuché: "Como los extraños están condenados a vivir sus vidas en compañía de otros iguales a ellos ,a pesar de los futuros giros que pueda describir la historia urbana,el arte de vivir pacífica y felizmente con la diferencia y de beneficiarse,sin perturbación,de la variedad de estímulos y oportunidades, adquiere la mayor importancia entre todas las habilidades que un residente urbano debe aprender y practicar.
Lluís, hoy no sólo silencian al que discrepa, sino que también silencian a los amigos del que discrepa.
El problema es mayor cada día, no hay solución, la perdida de libertad no para, estamos controlados por todos lados y cuanto más controlados menos libertad, el Gran Hermano nos ve en todo momento y sabe de nosotros hasta cuantas caries tenemos.
Comparto la opinión, necesitamos más y mejores leyes, leyes que se cumplan y que se hagan cumplir, el espacio que tenemos de libertad se está haciendo día a día más pequeño.
J.Vilá.
Pues seguramente son los políticos los que deberían leer este post, señor Foix.
Son los políticos de este país los que nos niegan la libertad. La libertad de ir a trabajar, de usar nuestros transportes, de dormir durante dos años debido a las obras… son ellos los que nos niegan la libertad de decidir el tramo que creemos mejor para el AVE y que nos hacen vivir como auténticos borregos.
SithWolf
Sr.Foix: Fue Benjamin Franklin quien nos dijo que quienes son capaces de renunciar a la libertad a cambio de una pequeña seguridad pasajera, no son merecedores ni de la libertad ni de la seguridad.
La libertad la erosionan también quienes hacen pagar culpas ajenas a personas inocentes, los que miran hacía otro lado cuando algún inocente es atacado, incluso la erosionan los que se creen en posesión de la verdad por haber obtenido una victoría pirrica y circunstancial en las urnas. Para Larra un pueblo no es verdaderamente libre hasta que la libertad no se encuentre arraigada en sus costumbres e identificada con ellas, la libertad no se alcanza en una legislatura ni la descubre el primer iluminado de turno que consigue el poder sin saber como, la libertad la da el estricto cumplimiento de la ley.
Sr.Foix, necesitamos más y mejores leyes para poder sentirnos libres, las buenas leyes son las que nos hacen ser y sentirnos libres.