El domingo se abren las urnas en Grecia con unas expectativas de cambios radicales en el eslabón más frágil de la zona euro. Hay una idea muy extendida: que una victoria clara de Syriza trastocaría la estabilidad en la Europa meridional, que rechazaría la austeridad impuesta por la troika impulsada por Angela Merkel. La teoría del dominó no es tan automática si se tiene en cuenta que la relación con Bruselas y Berlín de los países del sur es singular y propia. Grecia puede ejercer de talismán para la fragmentada izquierda del sur de Europa, pero los países no actúan miméticamente a corto plazo.
Otras elecciones importantes se celebrarán el 7 de mayo en Gran Bretaña. David Cameron navega en contra de las encuestas. El viento sopla a favor de los laboristas y se podría dar la paradoja de que el independentista Alex Salmond consiguiera una representación nacionalista escocesa sin precedentes en el Parlamento de Westminster. No se descarta la posibilidad de una alianza de gobierno entre los laboristas y los independentistas del SNP para gobernar el conjunto de Gran Bretaña. En septiembre también se celebrarán elecciones en Portugal con un ex primer ministro socialista, José Sócrates, enjuiciado por graves delitos de corrupción.
Estas conjeturas inciertas podrían aplicarse de muchas maneras en el escenario electoral que se vivirá en España el 24 de mayo, con la renovación de todos los ayuntamientos y de todas las comunidades autónomas, menos Catalunya, Galicia, Euskadi y Andalucía. Con el mapa que salga en las municipales catalanas se continuará la campaña electoral que empezó de hecho con más de ocho meses de antelación, desde el momento en que el president Mas fijó la fecha del 27 de septiembre.
Las elecciones generales que convocará Rajoy tendrían que venir después de las catalanas. Susana Díaz no descarta adelantar las andaluzas si el pacto de estabilidad con Izquierda Unida sigue tan frágil como en los últimos meses o, dicho de otra manera, la amenaza de Podemos podría ser menos peligrosa ahora que cuando se acabe el mandato.
Será un año denso, pesado y con el ruido ensordecedor de grandes promesas. Empezarán a circular las cohortes de partidarios, de personal agradecido y de confianza, de clientelas organizadas, financiadas, recompensadas, atraídas por los encantos del poder, según el experimentado criterio de Édouard Balladur que ha hecho una cruel autopsia de la política añadiendo que, a la larga, las sociedades juzgan mejor los actos que las intenciones, las realidades que los discursos. Ya no es suficiente fingir y engatusar al personal para gozar del favor popular.
La aparición de nuevas fuerzas políticas con posibilidades de ocupar amplios espacios en los parlamentos europeos tiene en la crisis una de sus causas. Pero también hay que contar con la socialización de la información y la opinión que permiten a muchos millones de personas el tener criterio propio sobre qué es lo que más conviene a una sociedad en un momento concreto. La propaganda puede desempeñar una gran baza electoral. Pero cuando un mensaje se ha repetido durante meses y años, como es el caso de Catalunya, cabe que el número de partidarios sea cada vez más reducido, por mucho que sea el ruido ambiental.
La democracia no es una simple colocación de urnas en una fechas determinadas. Es también cuestión de ideas, de debates, de ideales y de un compromiso con la verdad y la moralidad de los hechos. Pensar que la corrupción pasará de puntillas es no tener una idea clara de las actitudes que mueven a tantas personas relacionadas entre sí que comparten información, opiniones, aciertos y escándalos de los gobernantes. La propaganda dilatada durante meses no es garantía para convencer a un electorado cada vez más conocedor de la realidad. La desunión no genera confianza.
Todo indica que en la concatenación electoral del 2015 saldrán parlamentos más fragmentados en los que hará falta el pacto y el consenso para gobernar con alianzas totales o parciales. Serían inútiles tantas convocatorias si al final la gobernabilidad se estrellara en el egoísmo de partidos que pretenden imponer sus criterios sin haber obtenido una mayoría de los votos. Uno de los problemas del president Mas desde el 2012 es haber gobernado con 50 escaños en el Parlament pensando que tenía una mayoría. Junqueras le ha dado su apoyo de legislatura a cambio de arrastrarlo hacia el independentismo. Mas no ha tenido fuerza para hacer su política.
Explica Eric Hobsbawm que en las democracias liberales es raro que los gobiernos representen una mayoría efectiva de los votos. Desde 1931, por ejemplo, no ha habido en el Reino Unido ningún partido que haya obtenido por sí solo más del 50% de los votos ni tampoco ningún gobierno, exceptuando el periodo de la guerra, que haya representado una mayoría.
Y se ha gobernado por esos pactos implícitos que comportan unas reglas de juego que permitan gobernar. Cuando termine este año lo que más interesará saber es si Europa, España y Catalunya son gobernables en los complejos equilibrios de sociedades que cambian a velocidades fuera de control. Es en estas circunstancias cuando más se necesitan gobiernos comprometidos con las necesidades y los intereses contrapuestos de los ciudadanos.
Publicado en La Vanguardia el 21 de enero de 2015
Sr.Foix: aquí y en el resto de paises, los únicos intereses que priman son los de cada partido, la defensa de los intereses de los ciudadanos ni está ni se la espera…de la gobernabilidad lo que más me preocupa es saber cuánto nos costara y si podremos seguir pagando tanto dislate a nuestra costa…lo de Susana Diaz y Pedro Sánchez ya es de novela de ciencia ficción…en el ambiente se palpa un cierto cansancio y extenuación por tanta politización y comida de coco diaria de unos y otros, empiezo a percibir cierto pasotismo, por decirlo finamente…
tienes razón con lo del pasotismo, bartoloméc. mucha politización de la vida pública, pero la gente no observa un cambio sustancial en su nivel de vida. y aquí nos esperan 8 meses de campaña electoral para convencernos de las bondades de gastar recursos en crear estructuras de estado que lo único que aseguran son más deuda y más puestos para los amigos y enchufados.
Y para remate David, un suceso de hace ocho años denunciado en «Ciutat morta» acapara las audiencias…