Las protestas por el paso de la antorcha olímpica por el mundo no van a cambiar el calendario de los Juegos Olímpicos de Pekín. La ceremonia inaugural será la más seguida de la historia por televisión. Sólo que la contemplen la mayoría de chinos ya se convertirá en el acontecimiento más seguido por las televisiones globales.
Las protestas han obligado a las autoridades chinas a reunirse con una delegación del Dalai Lama para hablar del futuro del Tíbet. Pero poco más. China es un país antiguo, bastante homogéneo y ahora lanzado a un crecimiento espectacular bajo un sistema de mercado controlado por el partido comunista chino.
Pero habrá un antes y un después de estos Juegos para China. El mundo verá los prodigios económicos de un régimen abierto a una cierta libertad económica por Deng Xiaoping pero también observará cómo aquel inmenso país crece pavorosamente sin tener en cuenta los derechos de los chinos.
China es una potencia emergente que puede disputar la hegemonía del capitalismo liderado por Estados Unidos y por la Unión Europea. Esta pugna no tiene por qué librarse en los estadios olímpicos. Pero pienso que es imposible separar el deporte y la política, cuando el deporte adquiere dimensiones globales y cuando la política es algo más que un juego diplómático y se convierte en una arena en la que también pueden dilucidarse intereses.
La historia no se repite. Pero no se olvida. Los Juegos de Berlín de 1936 estuvieron politizados por la ideología de la superioridad de la raza aria. La propaganda no pudo impedir que el atleta negro, Jesse Owens, ganara cuatro medallas, destruyendo la ignominiosa propaganda del régimen.
Los Juegos de México de 1968, el año de las revoluciones de Mayo, se saldó con la expulsión de los atletas negros norteamericanos que recurrieron al saludo del «black power». En los de Munich de 1974, el asesinato de once atletas israelíes por terroristas palestinos, causaron un gran estupor.
Los de Moscú de 1980 fueron boicoteados por la invasión de Afganistán ordenada por Breznev en las Navidades de 1979. La respuesta llegó del bloque soviético en los Juegos de Los Ángeles de 1984 que fueron boicoteados por la mayoría de países comunistas.
Es casi inevitable evitar la politización de los Juegos cuando el país anfitrión es una gran potencia. En Atlanta en 1996, una bomba mató a una persona e hirió a más de cien.
China no tiene las prisas de la sociedad occidental. Camina a ritmo lento pero seguro. Lo que pasa es que ni China, con todo su poderío, podrá evitar que se discuta y se proteste contra la falta de libertades y de derechos humanos en un país de 1.200 millones de habitantes.
Los derechos humanos son universales aunque las autoridades chinas piensen que ya los irán aplicando a su ritmo. Pero vivimos tiempos en que las libertades penetran también en un régimen semiabierto y próspero económicamente. Soy partidario de que se celebren los Juegos en Pekín.
Las protestas de estos días y las que vendrán pueden propiciar un auge inesperado del nacionalismo chino. También un anti occidentalismo, tan evidente en la historia de aquel inmenso país. Pero serán una ocasión para introducir nuevas libertades. El éxito económico conduce inexorablemente a la apertura política.
Lluís, escribes tantos artículos que no nos das tiempo ni a respirar, pero seguro que te lo agradecemos todos tus lectores.
Las olimpiadas soy ya algo pasado de moda , es un poco como Eurovision , la mayoria de los deportes son un aburrimiento y deficitarios , lo mejor de las olimpiadas es que reunio al DREAM TEAM en Barcelona 92 , pero hace años que las olimpiadas estan de capa caida . ¿Las federaciones son auditadas de forma seria ? son un mundo muy oscuro Luego esta la el nacionalismo rancio que tendremos que aguantar y enciama hay Eurocopa , veranito duro .
Sr.Foix: Los chinos tienen proverbios en su cultura para todo, estoy seguro que para su apertura al mundo occidental usarán un proverbio que he leído hace poco en un restaurante chino que rezaba más o menos, "La puerta mejor cerrada siempre es aquella que puede dejarse abierta."