La escaramuza entre el gobierno que está más a la izquierda y el que está más a la derecha en la Unión Europa duró solamente unas horas. La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega atacó la violencia xenófoba y el racismo perpetrado por el gobierno Berlusconi. Me parecieron unas declaraciones decentes en unos tiempos en los que la razón de estado, las fronteras étnicas y culturales, pueden permitir actuaciones impunes, incluso en países que forman parte de la UE.
La respuesta inmediata vino del flamante nuevo gobierno de Roma, muy influenciado en cuestiones de inmigración por la Lega Norte de Bossi, y se confirmó en Lima donde Zapatero y Berlusconi estaban de cumbre. Moratinos no quería problemas con el nuevo gobierno italiano y la vicepresidenta de la Vega rectificó en cuestión de horas diciendo que no pretendía inmiscuirse en la política interior de Berlusconi sino simplemente hablar de xenofobia y derechos humanos.
Una vez más, la realpolitik se impone sobre la moralidad de los actos públicos. No es ninguna novedad. Lo estamos viendo con gran pena y horror en Birmania donde una dictadura cruel ha impedido durante semanas que llegara ayuda humanitaria del exterior que el propio régimen era incapaz de facilitar después de una tragedia con decenas de miles de muertos.
También ocurre con el gobierno de Sudán que practica el genocidio en Darfur ante la pasividad de la comunidad internacional. No es menos grave la inactividad de las potencias europeas que colonizaron África durante casi dos siglos, el permitir que un sátrapa como Robert Mugabe mande asesinar a líderes de la oposición, no reconozca la derrota electoral y se presente a una segunda vuelta, seguramente para ganarla con cualquier tipo de artimañas y pucherazos.
La paz de Westfalia de 1648 estableció la inviolabilidad y soberanía de los estados. Fue para evitar la guerra, pero las guerras no se han detenido desde entonces. Lo que me interesa señalar respecto a lo que ocurre en Italia con la inmigración, lo que apunta Sarkozy en Francia y el cambio que insinua Celestino Corbacho en España, es que no se olvide que primero están las personas que tienen que tratarse como tales, sean de donde sean, piensen lo que piensen y sea cual fuere su situación legal.
Si Europa pierde estos principios sería un gran retroceso.
It's you the racist, you are an ignorant and you insult italy!
Bonjour je vous écris en français car c'est plus facile mais j'ai lu une traduction en français.
Je suis étonné de vos commentaires qui traduisent une vraie ignorance des réalités, bref vous dénoncez un soit disant racisme de l'italie mais vous faites des généralités, vous ne jugez pas sur la réalité, mais sur vos préjugés antiitaliens.
j'ai écoute le discours de Berlusconi et il est exactement le même que celui des autres dirigeants européens.
Berlusconi n'a jamais tenu le moindre propos raciste de sa vie et a régularisé 700 000 clandestins en 2002. Voilà la réalité.
L'Espagne n'a pas la moindre leçon à donner à l'Italie sur cette question, l'espagne est un pays lui aussi confronté au racisme (émeutes raciales pires qu'en Italie) et nous nous souvenons tous des émigrés morts écrasés à Ceuta.
Voilà je trouve vos propos insultants, haineux et racistes.
La inmigración ha pasado de ser la solución a la falta de mano de obra a ser el problema por el exceso de mano de obra.
Un saludo,J.Vilá.
///ENRIC///
En este tema del control de la inmigración Europa ya está dividida, los que no controlen serán los que padezcan las peores consecuencias.
Difícil disyuntiva. Los individuos sin estado sólo pueden ampararse en los derechos humanos universalmente reconocidos. Pero el único derecho positivo emana de los estados soberanos: es como poner el lobo al cuidado de las ovejas… o poco menos.
Lluís, hay que defender el respeto a las personas y a las leyes de inmigración.
De acuerdo: me alegró que la vicepresidenta dijera esas palabras.
Saludos,
Diego
Sr.Foix: Si la Unión Europea no realiza acciones conjuntas y consensuadas en el tema de la inmigración, aquellos países como el nuestro, con una política más receptiva, serán el destino final de todos los inmigrantes que sean expulsados de esos otros con políticas más radicales.