Las fronteras se abren para permitir el tránsito de bienes, equipos y capitales. También se levantan para transportar armas en todas direcciones. Los fusiles, pistolas y bombas que matan por esos mundos suelen fabricarse en países en los que, con frecuencia, se condenan las guerras y la violencia. El semáforo verde permite paso libre a prácticamente todo.
Excepto a las personas que tropiezan frecuentemente con fronteras infranqueables. Son muros físicos, étnicos, religiosos, económicos y culturales. La invención del pasaporte para todos fue una consecuencia de la Gran Guerra que derribó cuatro imperios y creó las fronteras europeas y de Oriente Medio que quedaron fijas durante buena parte del siglo pasado. Cuenta Josep Maria de Sagarra en sus extraordinarias memorias cómo se podía viajar por toda Europa a principios de siglo sin que nadie te preguntara nada. Bastaban unas onzas de oro para transitar libremente desde Lisboa a San Petersburgo.
El colonialismo y las guerras han creado fronteras artificiales que han ido cercenando el libre paso de ciudadanos por el mundo. Las razones políticas y económicas se han impuesto sobre los criterios humanitarios. Hace un siglo y medio, barcos americanos transportaban africanos que se convertirían en esclavos en Estados Unidos. Ahora atraviesan voluntariamente el Mediterráneo empujados por las persecuciones, el hambre y el miedo.
Uno de los supervivientes de una de las tragedias de esta semana en el mar ha dicho que prefería jugarse la vida en una sola operación de huida que arriesgar su existencia cada día en la ciudad siria de Alepo. La llegada de inmigrantes que buscan asilo en Europa se ha agudizado este año. Por la inestabilidad política en Oriente Medio, por la barbarie del Estado Islámico, por las persecuciones de cristianos en Eritrea, Nigeria, Siria, Pakistán e Iraq y también porque Europa acaba aceptándoles aunque sea como ciudadanos de segunda.
La demografía y las comunicaciones les empujan hacia Europa. Alemania, Suecia, Italia y Francia son los países que más asilados acogen. España apenas tiene asilados políticos pero tiene más de cinco millones de inmigrantes que viene a ser lo mismo.
La solución de este trasiego masivo de personas tiene una gran complejidad. Los partidos y movimientos xenófobos aumentan en la política europea. La derecha extrema xenófoba crece en Suecia, Austria, Hungría, Francia y Gran Bretaña. La tendencia social a cerrar fronteras a personas de fuera aumenta. Si continúa la violencia en Oriente y aumenta el hambre en África, la avalancha será imparable y los conflictos los tendremos en el Mediterráneo y en el interior de Europa. No bastan ya los gestos. Hay que hacer políticas sociales inteligentes en origen. Invertir en educación y sanidad en proporciones grandes.
Publicado en La Vanguardia el 23 de abril de 2015
Sr.Foix: la escasa natalidad de los paises desarrollados está propiciando movimientos de masas encubiertos de todo tipo, se necesita mano de obra barata y personas dispuestas a trabajar por salarios que en esos paises nadie aceptaría…como dice Francis es un crimen de guerra económica…
Yo creo que hay la idea de que no existen recursos naturales para un mundo equilibrado en desarrollo y se prefiere la situación actual a que estos países consuman recursos. En un futuro veo que estas personas van a ser criminalizadas en destino y ninguneadas en origen.A mi me parece un crimen de guerra económica.